El quetru no volador ( Tachyeres pteneres) , conocido también como pato vapor de Magallanes, es un ave endémica de la Patagonia que se puede encontrar desde Valdivia hasta Cabo de Hornos. Es el pato marino más grande del mundo, incapaz de volar por sus alas reducidas y adaptadas para nadar en los fríos fiordos australes. Su cuerpo robusto, de 74 a 84 cm y un peso de 3,6 a 6,2 kg, está cubierto por un grueso manto de plumas que, según el relato de 1839 del editor británico Henry Colburn, es “prácticamente impenetrable para proyectiles menores a un perdigón”. Pese a su gran resistencia, hoy el quetru enfrenta un grave dilema: la ineficacia de sus estrategias de adaptación frente a la depredación del visón americano ( Neogale vison). Esto, según el estudio «Adaptive response in waterbirds after mink introduction in subantarctic ecosystems», publicado este año en la revista Scientific Reports y liderado por la bióloga ambiental Valeria Gómez Silva, investigadora del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC). En esta investigación se compararon dos conjuntos de datos sobre nidos separados por 15 años, uno generado por la Doctora en Ciencias Naturales de la Universidad de Magallanes (UMAG) e investigadora principal del CHIC, Elke Schüttler, en 2006-2007 y otro en 2021-2022, por Gómez, cuando el visón ya llevaba dos décadas instalado en la isla Navarino. “Lo que hicimos en 2021-2022 fue generar 80 transectos de 500 metros de largo en la costa de la isla Navarino y 11 en los islotes que la rodean para buscar nidos de aves que nidifican en el suelo. Nuestro objetivo fue crear un mapa que indique los hábitats más probables para la nidificación y así recomendar esfuerzos de control del visón en la zona”, agrega. Los recorridos los hizo a pie y en kayak entre las 8:00 am y las 19:00 hrs. durante la época de nidificación en noviembre, diciembre y enero. Para poner el dilema en perspectiva: en la época de nidificación del 2006-2007 se encontraron 0.33-0.39 nidos de quetru por kilómetro, mientras que 15 años más tarde el resultado fue de sólo 0.22. Es decir, en la costa principal de Navarino pasaron de 23 nidos en el primer trabajo de campo a solo uno en este último. Los otros nueve nidos identificados en los años recientes estaban en islotes, “lo que indica un cambio en la preferencia de nidificación de esta ave, posiblemente en un intento por escapar del visón”, agrega la investigadora. Sin embargo, la naturaleza semiacuática del visón le permite moverse con facilidad entre la costa y los islotes, siendo capaz de nadar hasta 300 metros para alcanzar los “refugios” del quetru. El ejemplo del caiquén El visón, introducido en la Patagonia para la industria peletera en el siglo XX, es un depredador generalista y oportunista, con una dieta diversa que incluye aves, huevos, mamíferos pequeños, crustáceos, peces e insectos. “Ya en el 2009 logramos determinar que esta especie sería responsable del 43,5% de la depredación de sus nidos”, sostiene Elke Schüttler. En tanto, el quetru es una especie no migratoria y territorial que vive en parejas y anida en costas rocosas o islotes, construyendo nidos con sus propias plumas bajo arbustos muy densos, adaptados para esconderse eficazmente de la vista aguda de las aves rapaces. “Su dependencia de hábitats costeros específicos, donde encuentra moluscos y crustáceos para alimentarse, lo hace especialmente vulnerable a amenazas terrestres, a diferencia del caiquén ( Chloephaga picta), que creemos ha ajustado su comportamiento armando nidos en matorrales de menor densidad para mejorar la visibilidad frente a depredadores como el visón”, agrega. De todos modos, Schüttler sostiene que el éxito de nidificación del caiquén no ha aumentado (33% nidos exitosos en el estudio actual versus 37% hace 15 años), por lo que se desprende que podría haber otras amenazas “o bien no ha sido suficiente esta nueva adaptación, que pese a todo ha sido más efectiva que la del quetru”, dice. La investigadora sugiere que posiblemente el quetru tampoco ha logrado mayores adaptaciones en los nidos debido a su conocimiento local limitado de depredadores. “Esto, sumado a la llegada del visón a los islotes y otras amenazas como la acuicultura, la contaminación de las costas y la presencia de perros, agravan la situación”, explica. Medidas de conservación El equipo de investigadoras, junto a Fabián Jaksic, profesor honorario de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), Ramiro Crego, profesor del University College Cork (UCC) en Irlanda y Gabriela Flores, investigadora del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), co-diseñaron el mapa de menor a mayor probabilidad de nidificación de especies como el quetru, publicado en 2024 en la revista Basic and Applied Ecology. “Se trata de una herramienta clave para priorizar estrategias de conservación para hacerlas más eficaces, dado que lamentablemente cuentan con poco presupuesto”, dice Gómez. Entre las propuestas está la instalación de trampas para visones en los islote s, pero también proponen considerar otras amenazas como los perros de libre desplazamiento. “Estas medidas son urgentes, ya que el Comité de Clasificación de Especies de Chile advierte que, de no controlarse las amenazas, el quetru podría alcanzar la categoría de Vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), a pesar de su actual clasificación de Preocupación Menor”, agrega. Según la Dra. Schüttler, promover al quetru como un símbolo de la biodiversidad austral, junto con avanzar en estrategias de conservación efectivas, es crucial para evitar que esta especie única se sume a la lista de aves no voladoras extintas por depredadores invasores. Fotografia: Omar Barroso Fuente: laderasur.com
Un estudio publicado en la revista Science, que analiza la historia evolutiva de los perezosos y sus grupos ancestrales, recogió nuevos datos sobre estos curiosos animales, que alguna vez fueron inmensos y habitaron incluso la Patagonia chilena, como el milodón ( Mylodon darwini). De hecho, un grupo de perezosos gigantes se extinguió en Sudamérica hace 12 mil años, y entonces eran muy diferentes a los que quedan hoy. Llegaban a pesar hasta 4 toneladas y solían desplazarse por tierra a grandes distancias. Hoy son pequeños y se mueven -a su ritmo- por las copas de los árboles. “Eran grandes mamíferos que habitaron desde Canadá hasta la Patagonia, incluyendo las Islas del Caribe“, dijo a Europapress, Ignacio Soto, del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA). “De ellos ya teníamos fósiles y registros, pero nosotros generamos la más extensa base de datos y la combinamos con el más completo mapa filogenético. Analizamos una inmensa cantidad de datos, y los interpretamos tan exhaustivamente, que el resultado se publicó en la prestigiosa revista Science”, explicó. Los perezosos gigantes que vivieron en la Patagonia Los investigadores recopilaron datos morfológicos y moleculares, así como información sobre su masa corporal y ecología. También reunieron registros de ADN y de proteínas extraídas de los huesos fósiles de los perezosos gigantes. Recoger toda esta información fue posible gracias a que, desde el 2017, paleontólogos y biólogos, recorrieron colecciones de distintos museos en Sudamérica, Norteamérica y Europa. Esto último les permitió elaborar un mapa que detalla un poco más la historia de los perezosos a lo largo de los últimos 35 millones de años, y cómo fueron cambiando. “Con todos esos datos, obtuvimos estimaciones del tamaño corporal de todas las especies de perezosos extintos y logramos ver cómo evolucionaron en el tiempo”, explicó Néstor Toledo, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que también fue parte del estudio. Tras el análisis de datos, notaron que los perezosos evolucionaron a partir de su estilo de vida, “al principio eran terrestres y no trepaban, después comenzaron a habitar en los árboles, lo que los llevó a reducir paulatinamente de tamaño”, añadió el experto. Además, concluyeron que los gigantes se extinguieron “abruptamente” y “solo quedaron las especies actuales, que ya no son gigantes, y habitan las selvas tropicales del continente”. Extinguidos por los humanos El paper recoge que durante unos 30 millones de años, en el Pleistoceno, la familia de los perezosos fue bastante diversa en América. De hecho, hubo especies tan grandes como lo son hoy los elefantes e incluso algunas acuáticas. Sin embargo, como la gran mayoría de los herbívoros gigantes que vivieron en ese periodo, fueron casi completamente erradicados con la llegada de los humanos. “En nuestro estudio, los perezosos gigantes venían evolucionando desde hacía millones de años de manera exitosa, sobrellevando los cambios climáticos y adaptándose a las condiciones cambiantes “, sumó Alberto Boscaini, también investigador del CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA) y primer autor del artículo. “Ocupaban variadas zonas geográficas y distintos nichos ecológicos, sobreviviendo a colisiones continentales, extremos climáticos y cambios ecológicos, hasta que en la transición Pleistoceno-Holoceno, hace 12.000 años, se expandieron los seres humanos y comenzaron a cazarlos. Esa creemos que fue la razón por la que terminaron extinguiéndose”, planteó. “Su cronología de extinción refleja la expansión humana. Ninguna crisis climática previa los afectó de manera tan radical, lo que apunta a la presión antropogénica cómo la variable nueva y como el golpe final“, concluyó. Los datos recopilados ahora abrirán nuevas áreas de estudio sobre los perezosos gigantes, que le permitirán a los científicos continuar indagando en su evolución, los factores que la impulsaron y cómo estos animales vivieron sus últimos días. Referencia: Alberto Boscaini y otros autores. The emergence and demise of giant sloths . Revista Science, 2025. Sara Jerez Periodista científica y colaboradora de Magazine en BioBioChile Fuente: biobiochile.cl
El quetru no volador ( Tachyeres pteneres) , conocido también como pato vapor de Magallanes, es un ave endémica de la Patagonia que se puede encontrar desde Valdivia hasta Cabo de Hornos. Es el pato marino más grande del mundo, incapaz de volar por sus alas reducidas y adaptadas para nadar en los fríos fiordos australes. Su cuerpo robusto, de 74 a 84 cm y un peso de 3,6 a 6,2 kg, está cubierto por un grueso manto de plumas que, según el relato de 1839 del editor británico Henry Colburn, es “prácticamente impenetrable para proyectiles menores a un perdigón”. Pese a su gran resistencia, hoy el quetru enfrenta un grave dilema: la ineficacia de sus estrategias de adaptación frente a la depredación del visón americano ( Neogale vison). Esto, según el estudio «Adaptive response in waterbirds after mink introduction in subantarctic ecosystems», publicado este año en la revista Scientific Reports y liderado por la bióloga ambiental Valeria Gómez Silva, investigadora del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC). En esta investigación se compararon dos conjuntos de datos sobre nidos separados por 15 años, uno generado por la Doctora en Ciencias Naturales de la Universidad de Magallanes (UMAG) e investigadora principal del CHIC, Elke Schüttler, en 2006-2007 y otro en 2021-2022, por Gómez, cuando el visón ya llevaba dos décadas instalado en la isla Navarino. “Lo que hicimos en 2021-2022 fue generar 80 transectos de 500 metros de largo en la costa de la isla Navarino y 11 en los islotes que la rodean para buscar nidos de aves que nidifican en el suelo. Nuestro objetivo fue crear un mapa que indique los hábitats más probables para la nidificación y así recomendar esfuerzos de control del visón en la zona”, agrega. Los recorridos los hizo a pie y en kayak entre las 8:00 am y las 19:00 hrs. durante la época de nidificación en noviembre, diciembre y enero. Para poner el dilema en perspectiva: en la época de nidificación del 2006-2007 se encontraron 0.33-0.39 nidos de quetru por kilómetro, mientras que 15 años más tarde el resultado fue de sólo 0.22. Es decir, en la costa principal de Navarino pasaron de 23 nidos en el primer trabajo de campo a solo uno en este último. Los otros nueve nidos identificados en los años recientes estaban en islotes, “lo que indica un cambio en la preferencia de nidificación de esta ave, posiblemente en un intento por escapar del visón”, agrega la investigadora. Sin embargo, la naturaleza semiacuática del visón le permite moverse con facilidad entre la costa y los islotes, siendo capaz de nadar hasta 300 metros para alcanzar los “refugios” del quetru. El ejemplo del caiquén El visón, introducido en la Patagonia para la industria peletera en el siglo XX, es un depredador generalista y oportunista, con una dieta diversa que incluye aves, huevos, mamíferos pequeños, crustáceos, peces e insectos. “Ya en el 2009 logramos determinar que esta especie sería responsable del 43,5% de la depredación de sus nidos”, sostiene Elke Schüttler. En tanto, el quetru es una especie no migratoria y territorial que vive en parejas y anida en costas rocosas o islotes, construyendo nidos con sus propias plumas bajo arbustos muy densos, adaptados para esconderse eficazmente de la vista aguda de las aves rapaces. “Su dependencia de hábitats costeros específicos, donde encuentra moluscos y crustáceos para alimentarse, lo hace especialmente vulnerable a amenazas terrestres, a diferencia del caiquén ( Chloephaga picta), que creemos ha ajustado su comportamiento armando nidos en matorrales de menor densidad para mejorar la visibilidad frente a depredadores como el visón”, agrega. De todos modos, Schüttler sostiene que el éxito de nidificación del caiquén no ha aumentado (33% nidos exitosos en el estudio actual versus 37% hace 15 años), por lo que se desprende que podría haber otras amenazas “o bien no ha sido suficiente esta nueva adaptación, que pese a todo ha sido más efectiva que la del quetru”, dice. La investigadora sugiere que posiblemente el quetru tampoco ha logrado mayores adaptaciones en los nidos debido a su conocimiento local limitado de depredadores. “Esto, sumado a la llegada del visón a los islotes y otras amenazas como la acuicultura, la contaminación de las costas y la presencia de perros, agravan la situación”, explica. Medidas de conservación El equipo de investigadoras, junto a Fabián Jaksic, profesor honorario de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), Ramiro Crego, profesor del University College Cork (UCC) en Irlanda y Gabriela Flores, investigadora del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), co-diseñaron el mapa de menor a mayor probabilidad de nidificación de especies como el quetru, publicado en 2024 en la revista Basic and Applied Ecology. “Se trata de una herramienta clave para priorizar estrategias de conservación para hacerlas más eficaces, dado que lamentablemente cuentan con poco presupuesto”, dice Gómez. Entre las propuestas está la instalación de trampas para visones en los islote s, pero también proponen considerar otras amenazas como los perros de libre desplazamiento. “Estas medidas son urgentes, ya que el Comité de Clasificación de Especies de Chile advierte que, de no controlarse las amenazas, el quetru podría alcanzar la categoría de Vulnerable, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), a pesar de su actual clasificación de Preocupación Menor”, agrega. Según la Dra. Schüttler, promover al quetru como un símbolo de la biodiversidad austral, junto con avanzar en estrategias de conservación efectivas, es crucial para evitar que esta especie única se sume a la lista de aves no voladoras extintas por depredadores invasores. Fotografia: Omar Barroso Fuente: laderasur.com
Un estudio publicado en la revista Science, que analiza la historia evolutiva de los perezosos y sus grupos ancestrales, recogió nuevos datos sobre estos curiosos animales, que alguna vez fueron inmensos y habitaron incluso la Patagonia chilena, como el milodón ( Mylodon darwini). De hecho, un grupo de perezosos gigantes se extinguió en Sudamérica hace 12 mil años, y entonces eran muy diferentes a los que quedan hoy. Llegaban a pesar hasta 4 toneladas y solían desplazarse por tierra a grandes distancias. Hoy son pequeños y se mueven -a su ritmo- por las copas de los árboles. “Eran grandes mamíferos que habitaron desde Canadá hasta la Patagonia, incluyendo las Islas del Caribe“, dijo a Europapress, Ignacio Soto, del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA). “De ellos ya teníamos fósiles y registros, pero nosotros generamos la más extensa base de datos y la combinamos con el más completo mapa filogenético. Analizamos una inmensa cantidad de datos, y los interpretamos tan exhaustivamente, que el resultado se publicó en la prestigiosa revista Science”, explicó. Los perezosos gigantes que vivieron en la Patagonia Los investigadores recopilaron datos morfológicos y moleculares, así como información sobre su masa corporal y ecología. También reunieron registros de ADN y de proteínas extraídas de los huesos fósiles de los perezosos gigantes. Recoger toda esta información fue posible gracias a que, desde el 2017, paleontólogos y biólogos, recorrieron colecciones de distintos museos en Sudamérica, Norteamérica y Europa. Esto último les permitió elaborar un mapa que detalla un poco más la historia de los perezosos a lo largo de los últimos 35 millones de años, y cómo fueron cambiando. “Con todos esos datos, obtuvimos estimaciones del tamaño corporal de todas las especies de perezosos extintos y logramos ver cómo evolucionaron en el tiempo”, explicó Néstor Toledo, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que también fue parte del estudio. Tras el análisis de datos, notaron que los perezosos evolucionaron a partir de su estilo de vida, “al principio eran terrestres y no trepaban, después comenzaron a habitar en los árboles, lo que los llevó a reducir paulatinamente de tamaño”, añadió el experto. Además, concluyeron que los gigantes se extinguieron “abruptamente” y “solo quedaron las especies actuales, que ya no son gigantes, y habitan las selvas tropicales del continente”. Extinguidos por los humanos El paper recoge que durante unos 30 millones de años, en el Pleistoceno, la familia de los perezosos fue bastante diversa en América. De hecho, hubo especies tan grandes como lo son hoy los elefantes e incluso algunas acuáticas. Sin embargo, como la gran mayoría de los herbívoros gigantes que vivieron en ese periodo, fueron casi completamente erradicados con la llegada de los humanos. “En nuestro estudio, los perezosos gigantes venían evolucionando desde hacía millones de años de manera exitosa, sobrellevando los cambios climáticos y adaptándose a las condiciones cambiantes “, sumó Alberto Boscaini, también investigador del CONICET en el Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA) y primer autor del artículo. “Ocupaban variadas zonas geográficas y distintos nichos ecológicos, sobreviviendo a colisiones continentales, extremos climáticos y cambios ecológicos, hasta que en la transición Pleistoceno-Holoceno, hace 12.000 años, se expandieron los seres humanos y comenzaron a cazarlos. Esa creemos que fue la razón por la que terminaron extinguiéndose”, planteó. “Su cronología de extinción refleja la expansión humana. Ninguna crisis climática previa los afectó de manera tan radical, lo que apunta a la presión antropogénica cómo la variable nueva y como el golpe final“, concluyó. Los datos recopilados ahora abrirán nuevas áreas de estudio sobre los perezosos gigantes, que le permitirán a los científicos continuar indagando en su evolución, los factores que la impulsaron y cómo estos animales vivieron sus últimos días. Referencia: Alberto Boscaini y otros autores. The emergence and demise of giant sloths . Revista Science, 2025. Sara Jerez Periodista científica y colaboradora de Magazine en BioBioChile Fuente: biobiochile.cl