Esta mañana, en el programa “Buenos Días Región” de Polar Comunicaciones, Álvaro Rondón, jefe social del Hogar de Cristo Magallanes, conversó sobre una urgente misión solidaria: la fundación necesita 10 mil nuevos socios para fortalecer sus servicios de atención domiciliaria a personas mayores en situación de pobreza y soledad. Rondón explicó que, a partir del 1 de abril, Hogar de Cristo iniciará una intensa campaña nacional para sumar colaboradores que ayuden a enfrentar el creciente abandono que viven miles de adultos mayores en el país. “No es solo una ayuda económica, es un acto de compromiso humano con quienes más nos necesitan”, destacó. La iniciativa busca sensibilizar a la comunidad sobre la realidad de muchos ancianos que viven en condiciones precarias y sin redes de apoyo, haciendo un llamado a la acción para generar un cambio concreto desde la ciudadanía.
Señor Director: La reciente Encuesta Juventud y Bienestar 2024, aplicada por SENDA a estudiantes de segundo medio en todo el país, entrega un panorama claro —y preocupante— del bienestar adolescente. Más de 135 mil jóvenes compartieron sus hábitos, relaciones familiares, uso del tiempo libre, percepción de apoyo y consumo de sustancias, ofreciendo claves para entender cómo viven su presente y qué desafíos enfrentan en su desarrollo. En relación con la encuesta anterior, realizada en período de pandemia, se destaca el aumento de los estudiantes que declaran sentirse contentos con su vida, llegando a un 77%. Sin embargo, siguen siendo extremadamente altas las cifras de jóvenes que sienten que son un fracaso (33%) y de quienes creen que no son buenos en nada (41%). También impacta la cantidad de adolescentes que se sienten solos y con poca esperanza en el futuro, lo que alcanza casi un 10%. En este sentido es muy llamativa la diferencia del consumo de alcohol y otras drogas entre los jóvenes que perciben mayor cariño y calidez en su relación con padres, madres y cuidadores versus los que no: el consumo de drogas y la embriaguez aumentan casi al doble en los jóvenes que sienten más distantes a sus figuras de apoyo. Frente a este escenario, es urgente reforzar algunas medidas como: fortalecer espacios escolares donde se promueva la salud mental y la actividad física; generación de más espacios seguros en las escuelas para hablar de emociones; formación a madres, padres y cuidadores en habilidades de escucha y contención; y sin duda, una mayor inversión en actividades significativas para el uso del tiempo libre, como deportes, arte y voluntariado. Estas acciones pueden marcar una diferencia concreta en el bienestar de nuestros jóvenes y en su confianza en el futuro. El futuro de nuestro país necesita una juventud que crea en sí misma y cuente con el soporte emocional para desarrollarse. Junto con oportunidades también necesitan sentirse valiosos. Carlos Vöhringer, Director Programas de Infancia, Hogar de Cristo
Por Comunicaciones Hogar de Cristo Gene Hackman, destacado actor estadounidense de 95 años, habría muerto el 18 de febrero a causa de un paro cardíaco. Además, tenía Alzheimer, lo que habría provocado que no se percatara de la ausencia y muerte de su mujer, Betsy Arakawa, de 65, quien había sido víctima del virus Hanta. Mientras eso sucedía en Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos; en Fresia, Región de los Lagos, María Caricheo, una chilena de 79 años, que vivía sola, ese mismo 18 de febrero, moría ahogada en el fondo de la fosa séptica que intentaba limpiar, desesperada por el hedor. El cuerpo de María fue rescatado porque había cámaras de vigilancia en la calle y en la imágenes se le veía desaparecer esa fatídica noche. Los Hackman-Arakawa estuvieron muertos durante semanas antes de que la familia, preocupada por la falta de noticias, llamara a la policía. Ambos casos, tan distantes, tan distintos, revelan que la vejez en soledad es dura para todos. Y lo está siendo cada vez más, porque las sociedades envejecen y no hay recambio generacional. Chile es líder en materia de baja natalidad y alta longevidad. Y esa falta de vínculos, de contacto e inclusión social, es todavía peor cuando se vive en pobreza. Por todas estas consideraciones, Hogar de Cristo inicia este 1 de abril una campaña para sumar 10 mil nuevos socios a su causa, pero directamente enfocados a apoyar los servicios de cuidados domiciliarios que hoy atienden a más de 3 mil personas mayores de Arica a Punta Arenas. Los recientes datos que entrega el Censo 2024 revelan que 11,6% de los hogares censados es de personas de 65 años y que la población mayor se ha más que duplicado desde 1992. Son mayoritariamente mujeres, con un promedio de 71 años, muchas veces a cargo de cuidar a otro adulto mayor o familiar con alguna discapacidad. “Es cruda la pobreza, y peor en soledad”, es el eslogan de la campaña que busca sensibilizar a todos, porque el envejecimiento es ineludible y debemos todos hacérselo más llevadero a los que están abandonados, enfermos, postrados y requieren atención. El programa de apoyo domiciliario del Hogar de Cristo está dirigido a personas de más 60 años, que viven solas en sus domicilios y cuyas redes de apoyo familiar o comunitario, son insuficientes para garantizar su bienestar. Esto redunda en abandono o aislamiento, generando problemas en su salud física y mental. “Pero la expresión más dura de todas estas dificultades en las personas mayores es el sentimiento de soledad”, afirma Liliana Cortés, directora social nacional del Hogar de Cristo. Este servicio de la fundación entrega acompañamiento con visitas periódicas al domicilio de más de tres mil personas mayores en todo Chile. Los ayuda a vincularse con familiares, vecinos, redes municipales y estatales a las que puedan recurrir frente a alguna necesidad o urgencia. Se trata de facilitar y acompañar así sus trámites de salud, previsión social, entre otros. Los equipos especializados del Hogar de Cristo han constatado que la permanencia de las personas mayores en sus casas, en sus barrios, en su ambiente de toda la vida, promueve y alarga su autonomía. “Que el lugar donde se envejece sea un lugar conocido, familiar y querido, tiene un impacto positivo en la confianza y autovalencia de las personas mayores, y es más virtuoso aún cuando a ello se suma la seguridad de recibir la compañía de duplas de apoyo psicosocial todas las semanas”, sostiene Liliana Cortés, invitando a todos a hacerse socios del Hogar de Cristo. A ser parte de esos 10 mil nuevos socios que contribuirán a paliar la soledad de los mayores. LINK PARA HACERSE SOCIOS: https://hcstore.org/hazte-socio/
Señor director, Celebramos la reciente aprobación por amplia mayoría del proyecto de Ley que reconoce el derecho al cuidado y crea un sistema ad-hoc para garantizarlo. Es un avance relevante para una política que representa un acto de justicia y dignidad de las personas que requieren apoyos y cuidados, así como para quienes cumplen la trascendente labor de cuidar. Esperamos que, tal como ha ocurrido hasta ahora, su tramitación en el Senado sea constructiva y expedita, para poder entregar al país una política pública que aborde y resuelva las dificultades actuales y futuras de la llamada “crisis de los cuidados”. Para ello, desde la evidencia y nuestra experiencia institucional, creemos relevante enfocarse en ciertos desafíos que permitan la mejora del proyecto. En primer lugar, es necesario equilibrar el foco en torno a los programas de apoyo en relación a lo avanzado en materia de cuidados, relevando el protagonismo de las propias personas para avanzar y profundizar en su derecho a la autonomía y vida interdependiente, incluidos en su comunidad. Es importante establecer mecanismos que permitan garantizar la calidad de los servicios y prestaciones, en cuanto a frecuencia, intensidad, pertinencia territorial, alcance, progresividad y universalidad, con proyección de financiamiento adecuado y suficiente. Por último, se requieren ajustes en la institucionalidad propuesta, para desconcentrar las responsabilidades dadas a la Subsecretaría de Evaluación Social y promover la intersectorialidad e interseccionalidad del sistema, asegurando la articulación entre lo público, lo privado y la comunidad en una labor conjunta como pilar del sistema de protección. Estamos convencidos que la futura y pronta aprobación de este proyecto reparará una deuda social por tantos años invisibilizada, instalando a los apoyos y cuidados como una co-responsabilidad social, del Estado, la familia y toda la sociedad.
Sin señales, no se puede avanzar. Hace cinco meses, la Comisión de Personas Mayores y Discapacidad de la Cámara despachó el Proyecto de Ley Integral de las Personas Mayores y de Promoción del Envejecimiento Digno, Activo y Saludable, una iniciativa que se tramita desde el año 2020 y que, con este hito, daba un paso fundamental para su aprobación. La propuesta es relevante, sobre todo para anticiparnos al fenómeno que ya está entre nosotros: en 2050, el 30% de la población tendrá más de 60 años. Establece las obligaciones del Estado para dar cumplimiento a los derechos de las personas mayores que han sido acordados en tratados internacionales; fija procedimientos y obligaciones para el acceso a la justicia; y entrega facultades al Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) para fortalecer la institucionalidad en ese nivel, entre otras importantes medidas. Pese a lo crucial de la normativa para asegurar una base jurídica que resguarde los derechos de los mayores, el proyecto parece haber entrado a un congelador que pone en riesgo su promulgación. Desde agosto a la fecha, la propuesta se encuentra en la Comisión de Hacienda, teniendo como único movimiento el rechazo de la Sala para que fuera enviado a la Comisión de Trabajo y Seguridad Social. Es decir, han pasado meses donde apenas se ha discutido un tema procedimental de la tramitación. Mediáticamente, el único proyecto en el ámbito de las personas mayores que tiene protagonismo es la reforma a las pensiones, un tema que a todas luces requiere de una solución. Pero nuestras autoridades y representantes deben ser capaces “de caminar y mascar chicle al mismo tiempo”. Además, en un contexto de debates álgidos, con escaso espacio para el acuerdo entre los distintos sectores políticos, este es un proyecto que reúne apoyos transversales, donde se esperaría que la mayoría de sus artículos fueran aprobados de forma unánime, en una discusión constructiva y respetuosa. Por eso resulta inentendible que este proyecto no haya sido aprobado y despachado como ley de la República. Sabemos que todavía hay puntos de desencuentro, como el rol del Instituto Nacional de Derechos Humanos en la institucionalidad propuesta y aspectos vinculados a la normativa laboral. Pero estas diferencias no pueden tirar por la borda una tramitación de cuatro años que ha logrado incorporar una serie de aspectos relevantes para la vida de las personas mayores. Es tiempo de retomar y concluir esta discusión. Simplemente, no hay excusas.
Esta mañana, en el programa “Buenos Días Región” de Polar Comunicaciones, Álvaro Rondón, jefe social del Hogar de Cristo Magallanes, conversó sobre una urgente misión solidaria: la fundación necesita 10 mil nuevos socios para fortalecer sus servicios de atención domiciliaria a personas mayores en situación de pobreza y soledad. Rondón explicó que, a partir del 1 de abril, Hogar de Cristo iniciará una intensa campaña nacional para sumar colaboradores que ayuden a enfrentar el creciente abandono que viven miles de adultos mayores en el país. “No es solo una ayuda económica, es un acto de compromiso humano con quienes más nos necesitan”, destacó. La iniciativa busca sensibilizar a la comunidad sobre la realidad de muchos ancianos que viven en condiciones precarias y sin redes de apoyo, haciendo un llamado a la acción para generar un cambio concreto desde la ciudadanía.
Señor Director: La reciente Encuesta Juventud y Bienestar 2024, aplicada por SENDA a estudiantes de segundo medio en todo el país, entrega un panorama claro —y preocupante— del bienestar adolescente. Más de 135 mil jóvenes compartieron sus hábitos, relaciones familiares, uso del tiempo libre, percepción de apoyo y consumo de sustancias, ofreciendo claves para entender cómo viven su presente y qué desafíos enfrentan en su desarrollo. En relación con la encuesta anterior, realizada en período de pandemia, se destaca el aumento de los estudiantes que declaran sentirse contentos con su vida, llegando a un 77%. Sin embargo, siguen siendo extremadamente altas las cifras de jóvenes que sienten que son un fracaso (33%) y de quienes creen que no son buenos en nada (41%). También impacta la cantidad de adolescentes que se sienten solos y con poca esperanza en el futuro, lo que alcanza casi un 10%. En este sentido es muy llamativa la diferencia del consumo de alcohol y otras drogas entre los jóvenes que perciben mayor cariño y calidez en su relación con padres, madres y cuidadores versus los que no: el consumo de drogas y la embriaguez aumentan casi al doble en los jóvenes que sienten más distantes a sus figuras de apoyo. Frente a este escenario, es urgente reforzar algunas medidas como: fortalecer espacios escolares donde se promueva la salud mental y la actividad física; generación de más espacios seguros en las escuelas para hablar de emociones; formación a madres, padres y cuidadores en habilidades de escucha y contención; y sin duda, una mayor inversión en actividades significativas para el uso del tiempo libre, como deportes, arte y voluntariado. Estas acciones pueden marcar una diferencia concreta en el bienestar de nuestros jóvenes y en su confianza en el futuro. El futuro de nuestro país necesita una juventud que crea en sí misma y cuente con el soporte emocional para desarrollarse. Junto con oportunidades también necesitan sentirse valiosos. Carlos Vöhringer, Director Programas de Infancia, Hogar de Cristo
Por Comunicaciones Hogar de Cristo Gene Hackman, destacado actor estadounidense de 95 años, habría muerto el 18 de febrero a causa de un paro cardíaco. Además, tenía Alzheimer, lo que habría provocado que no se percatara de la ausencia y muerte de su mujer, Betsy Arakawa, de 65, quien había sido víctima del virus Hanta. Mientras eso sucedía en Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos; en Fresia, Región de los Lagos, María Caricheo, una chilena de 79 años, que vivía sola, ese mismo 18 de febrero, moría ahogada en el fondo de la fosa séptica que intentaba limpiar, desesperada por el hedor. El cuerpo de María fue rescatado porque había cámaras de vigilancia en la calle y en la imágenes se le veía desaparecer esa fatídica noche. Los Hackman-Arakawa estuvieron muertos durante semanas antes de que la familia, preocupada por la falta de noticias, llamara a la policía. Ambos casos, tan distantes, tan distintos, revelan que la vejez en soledad es dura para todos. Y lo está siendo cada vez más, porque las sociedades envejecen y no hay recambio generacional. Chile es líder en materia de baja natalidad y alta longevidad. Y esa falta de vínculos, de contacto e inclusión social, es todavía peor cuando se vive en pobreza. Por todas estas consideraciones, Hogar de Cristo inicia este 1 de abril una campaña para sumar 10 mil nuevos socios a su causa, pero directamente enfocados a apoyar los servicios de cuidados domiciliarios que hoy atienden a más de 3 mil personas mayores de Arica a Punta Arenas. Los recientes datos que entrega el Censo 2024 revelan que 11,6% de los hogares censados es de personas de 65 años y que la población mayor se ha más que duplicado desde 1992. Son mayoritariamente mujeres, con un promedio de 71 años, muchas veces a cargo de cuidar a otro adulto mayor o familiar con alguna discapacidad. “Es cruda la pobreza, y peor en soledad”, es el eslogan de la campaña que busca sensibilizar a todos, porque el envejecimiento es ineludible y debemos todos hacérselo más llevadero a los que están abandonados, enfermos, postrados y requieren atención. El programa de apoyo domiciliario del Hogar de Cristo está dirigido a personas de más 60 años, que viven solas en sus domicilios y cuyas redes de apoyo familiar o comunitario, son insuficientes para garantizar su bienestar. Esto redunda en abandono o aislamiento, generando problemas en su salud física y mental. “Pero la expresión más dura de todas estas dificultades en las personas mayores es el sentimiento de soledad”, afirma Liliana Cortés, directora social nacional del Hogar de Cristo. Este servicio de la fundación entrega acompañamiento con visitas periódicas al domicilio de más de tres mil personas mayores en todo Chile. Los ayuda a vincularse con familiares, vecinos, redes municipales y estatales a las que puedan recurrir frente a alguna necesidad o urgencia. Se trata de facilitar y acompañar así sus trámites de salud, previsión social, entre otros. Los equipos especializados del Hogar de Cristo han constatado que la permanencia de las personas mayores en sus casas, en sus barrios, en su ambiente de toda la vida, promueve y alarga su autonomía. “Que el lugar donde se envejece sea un lugar conocido, familiar y querido, tiene un impacto positivo en la confianza y autovalencia de las personas mayores, y es más virtuoso aún cuando a ello se suma la seguridad de recibir la compañía de duplas de apoyo psicosocial todas las semanas”, sostiene Liliana Cortés, invitando a todos a hacerse socios del Hogar de Cristo. A ser parte de esos 10 mil nuevos socios que contribuirán a paliar la soledad de los mayores. LINK PARA HACERSE SOCIOS: https://hcstore.org/hazte-socio/
Señor director, Celebramos la reciente aprobación por amplia mayoría del proyecto de Ley que reconoce el derecho al cuidado y crea un sistema ad-hoc para garantizarlo. Es un avance relevante para una política que representa un acto de justicia y dignidad de las personas que requieren apoyos y cuidados, así como para quienes cumplen la trascendente labor de cuidar. Esperamos que, tal como ha ocurrido hasta ahora, su tramitación en el Senado sea constructiva y expedita, para poder entregar al país una política pública que aborde y resuelva las dificultades actuales y futuras de la llamada “crisis de los cuidados”. Para ello, desde la evidencia y nuestra experiencia institucional, creemos relevante enfocarse en ciertos desafíos que permitan la mejora del proyecto. En primer lugar, es necesario equilibrar el foco en torno a los programas de apoyo en relación a lo avanzado en materia de cuidados, relevando el protagonismo de las propias personas para avanzar y profundizar en su derecho a la autonomía y vida interdependiente, incluidos en su comunidad. Es importante establecer mecanismos que permitan garantizar la calidad de los servicios y prestaciones, en cuanto a frecuencia, intensidad, pertinencia territorial, alcance, progresividad y universalidad, con proyección de financiamiento adecuado y suficiente. Por último, se requieren ajustes en la institucionalidad propuesta, para desconcentrar las responsabilidades dadas a la Subsecretaría de Evaluación Social y promover la intersectorialidad e interseccionalidad del sistema, asegurando la articulación entre lo público, lo privado y la comunidad en una labor conjunta como pilar del sistema de protección. Estamos convencidos que la futura y pronta aprobación de este proyecto reparará una deuda social por tantos años invisibilizada, instalando a los apoyos y cuidados como una co-responsabilidad social, del Estado, la familia y toda la sociedad.
Sin señales, no se puede avanzar. Hace cinco meses, la Comisión de Personas Mayores y Discapacidad de la Cámara despachó el Proyecto de Ley Integral de las Personas Mayores y de Promoción del Envejecimiento Digno, Activo y Saludable, una iniciativa que se tramita desde el año 2020 y que, con este hito, daba un paso fundamental para su aprobación. La propuesta es relevante, sobre todo para anticiparnos al fenómeno que ya está entre nosotros: en 2050, el 30% de la población tendrá más de 60 años. Establece las obligaciones del Estado para dar cumplimiento a los derechos de las personas mayores que han sido acordados en tratados internacionales; fija procedimientos y obligaciones para el acceso a la justicia; y entrega facultades al Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) para fortalecer la institucionalidad en ese nivel, entre otras importantes medidas. Pese a lo crucial de la normativa para asegurar una base jurídica que resguarde los derechos de los mayores, el proyecto parece haber entrado a un congelador que pone en riesgo su promulgación. Desde agosto a la fecha, la propuesta se encuentra en la Comisión de Hacienda, teniendo como único movimiento el rechazo de la Sala para que fuera enviado a la Comisión de Trabajo y Seguridad Social. Es decir, han pasado meses donde apenas se ha discutido un tema procedimental de la tramitación. Mediáticamente, el único proyecto en el ámbito de las personas mayores que tiene protagonismo es la reforma a las pensiones, un tema que a todas luces requiere de una solución. Pero nuestras autoridades y representantes deben ser capaces “de caminar y mascar chicle al mismo tiempo”. Además, en un contexto de debates álgidos, con escaso espacio para el acuerdo entre los distintos sectores políticos, este es un proyecto que reúne apoyos transversales, donde se esperaría que la mayoría de sus artículos fueran aprobados de forma unánime, en una discusión constructiva y respetuosa. Por eso resulta inentendible que este proyecto no haya sido aprobado y despachado como ley de la República. Sabemos que todavía hay puntos de desencuentro, como el rol del Instituto Nacional de Derechos Humanos en la institucionalidad propuesta y aspectos vinculados a la normativa laboral. Pero estas diferencias no pueden tirar por la borda una tramitación de cuatro años que ha logrado incorporar una serie de aspectos relevantes para la vida de las personas mayores. Es tiempo de retomar y concluir esta discusión. Simplemente, no hay excusas.