6 de junio de 2025
Para muchos, la minería que desarrollamos en Chile es un orgullo, pero la verdad es que, más que una potencia industrial minera, seguimos siendo sólo un gran exportador de concentrado de cobre.
En 2024, el 90 % de nuestras exportaciones mineras fueron cobre y el 51 % de ellas correspondió a concentrado, mayoritariamente extraído a rajo abierto, ya que sólo 11% de la producción proviene de minería subterránea; es decir, seguimos siendo un país monoexportador y monometálico.
Sin embargo, hay señales de transformación. Según Cochilco, Chile lideró en 2024 la inversión mundial en exploración de cobre, con más de 175 proyectos activos solo entre Coquimbo y Antofagasta. Pero no basta con mirar al norte. Debemos volver la mirada al sur. En Magallanes está la clave del nuevo polo de desarrollo energético y productivo que Chile necesita.
Y es que en esta región austral se juega una carta decisiva: el desarrollo del hidrógeno y amoniaco verde. Con los vientos más fuertes y constantes del planeta, Magallanes tiene la capacidad de generar energía eólica a bajo costo y en grandes volúmenes.
Actualmente, existen 11 proyectos en carpeta, más de 3.000 aerogeneradores proyectados, inversiones por US $55.000 millones y la promesa de crear 15.000 empleos en la etapa de construcción y más de 2.000 en la de operación. Estamos frente a la oportunidad histórica de convertirnos en una potencia global de energías limpias, mejorando aún más ese 41% de nuestra matriz energética que hoy tienen las fuentes renovables.
Y eso no es todo. El desarrollo sostenible no se detiene en la superficie terrestre. El verdadero salto estratégico está en nuestra vocación oceánica y presencialidad marítima. No olvidemos que Chile tiene una Zona Económica Exclusiva cinco veces más grande que su territorio continental.
Y es precisamente en ese mar, que existen riquezas minerales aún inexploradas. Estudios recientes han detectado reservas de metano, cobalto, cobre, nódulos polimetálicos con tierras raras, sales de alto valor y otros minerales críticos para la economía del futuro. ¿Qué vamos a hacer al respecto?
Mientras el mundo avanza, Chile no puede quedarse atrás. Estados Unidos ya ha instruido avanzar en la minería submarina como eje de su seguridad estratégica. Nosotros también debemos actuar. Magallanes no solo debe ser polo energético, sino también plataforma de innovación oceánica.
Por eso, necesitamos decisiones institucionales audaces. La actual estructura del Estado —que fracciona la mirada ambiental, energética y minera— ya no responde a los desafíos del siglo XXI. Hoy, más que nunca, se necesita un único Ministerio de Acción Climática, que integre la protección del medioambiente y permita desarrollo productivo, que agilice la evaluación ambiental, otorgue seguridad jurídica en el largo plazo y logre dotar a Chile de la energía y minerales estratégicos para combatir el cambio climático.
El futuro de Chile depende de nuestro mar y la capacidad de generar proyectos energéticos y mineros sustentables. Y ese futuro comienza en Magallanes para que de una vez por todas seamos más que un generador de recursos.
Llegó la hora de agregar valor al mundo, exportar conocimiento, tecnología y liderazgo climático. Honremos la memoria del padre de la patria general Bernardo O´Higgins, quien con estadista visión exhaló como últimas palabras "Magallanes, Magallanes".
El recinto hospitalario se posicionó en el lugar 17 a nivel nacional entre los 62 hospitales públicos de alta complejidad evaluados.
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