11 de agosto de 2011
En agosto de 1991 las noticias hicieron foco en un apartado rincón austral. La magnitud del desastre parecía tan grande como desconocido era el lugar donde ocurría. El nombre del pequeño pueblo de Los Antiguos adquiría notoriedad bajo la sentencia de la ceniza volcánica del Hudson. Ante el desconcierto de una situación desconocida magnificada por el aislamiento se produjo un éxodo, principalmente de mujeres y niños.
Las tareas de despeje y limpieza comenzaron de inmediato, a la vez que se cuantificaba la escala de la tragedia: en aquella primavera los frutales y otros cultivos no tuvieron cosecha y los animales seguían muriendo. El horizonte permanecía gris, incierto.
Pero el trabajo de las personas, el paso del tiempo, las lluvias y los vientos le devolvieron a Los Antiguos su habitual aspecto. Retornaron las aves, las flores. Los suelos mejoraron su permeabilidad y aireación. Resurgió la producción y la voluntad de su gente. Se incrementó su población, hasta cuadruplicarse en la actualidad. El pueblo se ha desarrollado y re-inventado como pujante localidad turística y productiva. Una historia de éxito ante la adversidad.
El hombre no puede detener la fuerza de los volcanes, pero los volcanes no pueden detener a la fuerza del hombre.
El caso de Los Antiguos:
El actual Intendente de Los Antiguos, Oscar Sandoval, también ocupaba ese cargo en el año 1991 y consultado al respecto nos comentó: La caída de cenizas nos tomó por sorpresa en medio de un gran desconocimiento. La primera medida fue asumir como jefe de Defensa Civil y ponerme al frente de la catástrofe. Reunimos a la población y nos organizamos nombrando jefes de manzana para atender las tareas mas urgentes, y evacuar a la población cuando mejoró un poco la visibilidad después de varios dias de oscuridad. La evacuación de mujeres, niños y ancianos, la hicimos porque en ese momento desconocíamos si las cenizas podían ser peligrosas para la salud (posteriormente comprobamos que no) y por otra parte, para facilitar la tarea de los hombres que se quedaban con el fin exclusivo de limpiar las cenizas.
También, en coordinación con el Gobierno Chileno, se socorrió a los habitantes de la vecina localidad de Chile Chico, abriendo las fronteras y trasladándolos a Comodoro Rivadavia para que pudieran redirigirse a Coyhaique. A partir de ahí, nos abocamos a la coordinación logística de limpieza y recuperación.
Sandoval expresó: Fueron días de palas, palas y mas palas. Cualquier persona que venía, lo poníamos a palear cenizas. Llegó un momento que el ánimo de la gente decayó y en eso fue fundamental la ayuda de los psicólogos enviados, que realizaron un gran trabajo en la población.
Procedimiento de OS7 Magallanes permitió incautar marihuana y aceite de hachís enviados desde Antofagasta.
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