19 de marzo de 2008
Cada día es más intenso el flujo vehicular en la ruta nueve, entre el extremo norte de avenida Frei y el aeropuerto Presidente Ibáñez.
Próximamente todo ese tramo contará con vías separadas, como siempre debió ser. Mientras tanto, quienes circulan desde o hacia la ciudad por esta ruta, deben hacerlo mayoritariamente en una carretera de doble vía, lo que le hace especialmente peligrosa.
Es evidente que el exceso de velocidad en esta ruta es contraindicado; pero no es ese el tema que hoy queremos abordar, sino precisamente el contrario: el de aquellos conductores que circulan a velocidades muy bajas, y que precisamente por esta razón, se transforman en un peligro. En efecto, si prácticamente todos los vehículos circulan en esta ruta a velocidades de entre 80 y 100 kilómetros por hora, el que uno lo haga a 40 o 50 km/hr., constituye todo un riesgo. Más aún cuando lo hace sin moverse de su pista, sin salirse a la berma, y sin inmutarse por lo que pase con quienes vienen detrás.
Las largas hileras de autos que provocan estas prácticas, y los osados adelantamientos que se producen por esta razón, son altamente riesgosos.
Nos parece que en lugares como el señalado, no basta tener señalización respecto de una velocidad máxima permitida, sino que se hace necesario también hacer lo propio con una velocidad mínima permitida que no debiese ser inferior a los 65 o 70 km/hr.
Con toda seguridad se habría avanzado bastante en materia de prevención de accidentes, y haríamos que este tramo carretero fuese más seguro y confiable.
Al menos así lo cree, la Oveja Negra de polar.
Una delegación de seis educadores.
Una delegación de seis educadores.