12 de junio de 2025
Esta mañana, en el programa Pesca y Acuicultura en Magallanes de Polar Comunicaciones, el Consejero Regional Max Salas Illanes realizó un profundo análisis de la evolución de la relación entre la pesca artesanal y la salmonicultura en los últimos 15 años, destacando tanto los desafíos actuales como los aprendizajes del pasado.
Salas recordó el punto de quiebre en 2007, cuando la crisis del virus ISA sacudió a la industria salmonera, provocando una moratoria que detuvo la entrega de nuevas concesiones hasta 2010. “Fue entonces cuando comenzaron los planes agresivos de expansión de la salmonicultura en los espacios marítimos de Magallanes, generando el primer choque con una comunidad de pescadores artesanales que desconocía esta industria y temía ser desplazada”, relató.
El consejero destacó que la desconfianza inicial fue cediendo terreno a un diálogo más constructivo gracias al proceso de zonificación del borde costero. “Por primera vez, pescadores e industria se sentaron a la misma mesa. Descubrieron que tenían más puntos de encuentro que de conflicto”, señaló. Según Salas, este acercamiento se profundizó durante la pandemia, cuando la salmonicultura se convirtió en un motor clave de empleo y desarrollo en la región.
También valoró los efectos positivos del vínculo entre la salmonicultura y el turismo en Última Esperanza, donde la industria acuícola abrió nuevas oportunidades para el sector turístico local.
No obstante, Salas advirtió sobre los retos pendientes: “Me preocupa que la crítica ambiental a veces se vuelva ideológica. Toda actividad humana genera impacto, pero no se puede satanizar la industria”.
Criticó la falta de compromiso estructural de la salmonicultura con el entorno: “Relacionarse con la comunidad aún se ve como un gasto, no como una inversión. En Noruega, por ejemplo, un porcentaje de las ventas financia programas permanentes de protección de especies nativas. Acá deberíamos avanzar hacia algo similar, con fondos paralelos y estrategias de impacto real”.
Finalmente, propuso transformar los centros de cultivo en espacios abiertos a la comunidad, con infraestructura diseñada para la educación y recreación, generando así una mayor conexión entre la industria y la ciudadanía.
A siete meses de iniciada su construcción, el conjunto habitacional “Pioneros”, de 49 viviendas sin deuda, impulsado por el Plan de Emergencia Habitacional y que es parte del Convenio de Programación Minvu-Gore, alcanza un 40% de avance.
A siete meses de iniciada su construcción, el conjunto habitacional “Pioneros”, de 49 viviendas sin deuda, impulsado por el Plan de Emergencia Habitacional y que es parte del Convenio de Programación Minvu-Gore, alcanza un 40% de avance.