14 de octubre de 2009
AL CAMBIO DE HORARIO QUE SE APLICA MÁS POR COSTUMBRE QUE CON ARGUMENTOS SÓLIDOS.
A contar del pasado sábado a medianoche los relojes se adelantaron en una hora. Entró de este modo a regir el horario de verano austral. La medida significa que todo el territorio continental de Chile y la Antártica quedó con […]
A contar del pasado sábado a medianoche los relojes se adelantaron en una hora.
Entró de este modo a regir el horario de verano austral.
La medida significa que todo el territorio continental de Chile y la Antártica quedó con una diferencia de tres horas respecto de la hora internacional de Greenwich, en lugar de las cuatro que rigen durante el invierno chileno.
La iniciativa de tener horas distintas en invierno y verano data de 1968, y se implementó con el propósito de un mejor aprovechamiento de la luz solar. La disposición lleva ya 41 años, y en todo ese tiempo nadie ha podido explicar con claridad qué es lo que ahorramos, si es que es eso cierto. Los magallánicos, al menos podemos poner en tela de juicio la conveniencia de esta medida, ya que puede ser que por estos días ahorremos algo de energía eléctrica porque oscurece una hora más tarde, pero en invierno consumimos más y eso pareciera que nadie lo considera.
Hay quienes creen que el actual horario es el que debiese mantenerse durante los doce meses, y en ese caso notaríamos alguna economía.
Lo que sí es seguro, es que este cambio de horario causa trastornos a muchas personas, a las que les cuesta acostumbrarse.
A que esto se haga por la fuerza de la costumbre y sin argumentos sólidos, damos hoy nuestra Oveja Negra de Polar.

El proyecto contempla multas que van desde aproximadamente $33.000 a $210.000 pesos, para los ciudadanos chilenos que no concurran a votar.
El proyecto contempla multas que van desde aproximadamente $33.000 a $210.000 pesos, para los ciudadanos chilenos que no concurran a votar.


