14 de enero de 2010
A LA REPATRIACIÓN DE LOS RESTOS DE CINCO INTEGRANTES DE LA ETNIA KAWÉSKAR DESDE SUIZA
El Estado de Chile realizó un claro mea culpa por la complicidad de las autoridades que en su tiempo por desidia o lenidad permitieron el secuestro, a fines del siglo XIX, de familias indígenas de nuestra zona, para ser exhibidas […]
El Estado de Chile realizó un claro mea culpa por la complicidad de las autoridades que en su tiempo por desidia o lenidad permitieron el secuestro, a fines del siglo XIX, de familias indígenas de nuestra zona, para ser exhibidas en países de Europa en exposiciones antropozoológicas o en ferias internacionales, en una página oscura de nuestra historia.
La ceremonia de repatriación de los restos de cinco aborígenes pertenecientes al pueblo nómade kawéskar, que se encontraban en la Universidad de Zurich, Suiza, y su posterior sepultura en la Isla de Karukinká, en el seno Almirantazgo, lo que se realizó conforme a la tradición ancestral de los pueblos canoeros del sur, ha sido por tanto un acto de reparación moral justo y necesario.
La cuidadosa ceremonia permitió rendir homenaje a los restos de cuatro adultos y un niño de la étnia kawéskar, cuyas osamentas fueron halladas en Suiza por el historiador Cristián Báez y el documentalista Hans Mülchi, por lo que su repatriación constituyó un hecho inédito en nuestro país, especialmente cuando hay convenios internacionales vigentes.
A este importante gesto realizado por el Estado de Chile que permite que podamos mirar a sus descendientes a la cara, con la esperanza de que la sociedad chilena haya aprendido de estas dolorosas lecciones, damos hoy nuestra Oveja Blanca de Polar.

Carta al director.
Carta al director.


