17 de abril de 2016
Los emojis son uno de los inventos más populares en lo que llevamos de siglo XXI. Para conocer la historia que tienen detrás charlamos con el padre de estas criaturas, el japonés Shigetaka Kurita, que nos recuerda el pasado de estos iconos y nos ofrece su mirada sobre el presente y futuro que les espera, ahora que la palabra del año para el Diccionario Oxford es uno de ellos: 😂
Un emoji es un símbolo de origen japonés que en realidad se trata de una imagen de 12 x 12 píxeles de tamaño. Se presenta en formato Unicode, el mismo de los caracteres del idioma nipón y también del chino. Por ejemplo, la palabra amor cuenta en el idioma castellano con cuatro letras o caracteres y también lo hace en inglés (love), pero en el lenguaje del emoji se representa con un único signo tipográfico, un pictograma en forma de corazón que resulta universal. Esta es la idea principal que defiende Shigetaka Kurita a la hora de resaltar la valía de su invento: los emojis no son signos divertidos que sirven para amenizar nuestros mensajes virtuales, ya que considera que podrían llegar a funcionar como un idioma que una a todos los ciudadanos del planeta.
En 1999, Kurita creó los primeros 176 emojis a petición de la empresa japonesa NTT Docomo, que en esos momentos trabajaba en el lanzamiento de su pionera división de internet. A partir de entonces todo se salió de madre. En este tiempo, Apple, Google e incluso Facebook han incorporado los emojis a su día a día, aunque su creador original no percibe derechos de autor por ello. «Es algo que me alegra -defiende-, las letras y los caracteres de los distintos alfabetos no son objeto de derechos de autor, así que los emojis tampoco deben serlo. Los creé para que fueran de dominio público y me enorgullece que así haya sido», cuenta el japonés a Verne, vía email, desde Tokio.
Cuenta Kurita que se inspiró en el manga, donde, al igual que en el resto de cómics, se representan conceptos con tan solo un símbolo. Cuando un personaje tiene una idea, aparece una bombilla encendida sobre su cabeza que libera de palabras al limitado espacio de la viñeta. Ese pequeño dibujo es en sí mismo un emoji, que a su vez aprovecha al máximo el limitado espacio de muchas formas de expresión virtual.
Mucho han cambiado las cosas desde que crearon los primeros emojis. Ahora hay millones de ellos. ¿Cree el inventor de los originales que se están usando de forma correcta? «Teniendo en cuenta que cada pictograma es un signo tipográfico, no creo que exista un uso correcto o incorrecto del emoji. ¡El uso es libre!», anima el japonés.
Los últimos usos del emoji reflejan su enorme capacidad por evidenciar lo complejo del ser humano, lo mejor y lo peor de su naturaleza. Tan pronto sirven para luchar contra el bullying en las escuelas como para vender drogas. En cierto modo, les ocurre lo mismo que a las impresoras 3D, cuya tecnología colabora en los avances médicos y a su vez sirve para crear armas ilegales. «Ambos casos son similares. Se concibieron y se emplean como una herramienta, así que si el resultado es mejor o peor depende siempre del uso que se les dé», apunta.
En la actualidad, su trabajo no tiene que ver con emojis desde que abandonó NTT Docomo para incorporarse a la empresa tecnológica Dwango. Tampoco invierte su tiempo libre en crear nuevos emojis, admite a Verne, por lo que ha preferido que tengan su propia vida al margen de su creatividad.
Sin embargo, en su día sus ambiciones con respecto a estos símbolos eran muy distintas. Recuerda Kurita que soñó con que el lenguaje emoji se convirtiera en nexo de unión para la comunicación entre las personas de todos los países, como se había intentado con el esperanto.
Hace unos meses Buzzfeed publicó una entrevista con la ministra de Asuntos Exteriores australiana, Julie Bishop, en la que las respuestas habían sido redactadas en su totalidad con caracteres emojis, algo que su creador celebra porque «demuestra que se reconocen como lo que son, caracteres legítimos». En 2014, un adolescente estadounidense fue arrestado porque sus mensajes en Facebook escritos con emojis fueron considerados amenazas terroristas.
Pero el japonés es consciente de que queda mucho camino por recorrer para que en verdad este lenguaje supere todo tipo de barreras: «Para empezar, lo deseable sería que el diseño de cada pictograma se unificara y que fueran aceptados en todas las plataformas y dispositivos electrónicos del mundo», apunta. El deseo de Kurita recuerda que hoy por hoy es posible que un emoji enviado no sea entendido por el receptor, entre otras cosas porque puede haber recibido un pictograma distinto, en función de si utiliza sistema Android o iOS.
Analizando algunos de ellos, nos damos cuenta del interesante análisis sociológico que plantea el uso de emojis y del curioso camino que queda para que su uso sea global. Muchos de los primeros pictogramas están arraigados a la cultura local japonesa y por tanto no son entendibles para los usuarios del resto del planeta.
«Es interesante comprobar si en el futuro los emojis basados en una cultura local se van a usar en el resto del planeta con una intención distinta de la original o no», explica.
(Por Héctor Llanos Martínez, publicado en elpais.com)
La noticia fue dada a conocer por el Seremi de Vivienda y Urbanismo, Marco Uribe Saldivia tras la aprobación de 22 mil millones de pesos, por parte del Consejo Regional para la ejecución del tramo 6 de Avenida Circunvalación Ramón Cañas Montalva.
La noticia fue dada a conocer por el Seremi de Vivienda y Urbanismo, Marco Uribe Saldivia tras la aprobación de 22 mil millones de pesos, por parte del Consejo Regional para la ejecución del tramo 6 de Avenida Circunvalación Ramón Cañas Montalva.