31 de julio de 2025
GABRIELA MISTRAL EN PATAGONIA, UN VIAJE DE INSPIRACIÓN Y DESOLACIÓN
Gabriela Mistral zarpó de Valparaíso hacia Punta Arenas el 8 de febrero de 1918 . La futura Premio Nobel de Literatura tenía tan solo 27 años y la intensidad de esa experiencia austral marcó el resto de su vida y de su obra.

“Magallanes es lo que más quiero de Chile”, dijo muchas veces.
Gabriela Mistral venía llegando del valle de Elqui donde ya se había hecho un nombre, como profesora rural y joven poetisa. Pero, en Santiago, no fue tratada nada bien y fue considerada por algunos sólo como una mujer empoderada y campesina. Pero Mistral fue mucho más que eso. Era una mujer vanguardista y completamente comprometida con la educación rural y la alfabetización en el país.
Sin duda alguna, Gabriela Mistral fue una adelantada a su época, y su visión de la enseñanza llamó la atención de su amigo Pedro Aguirre Cerda, futuro presidente de Chile y por esos tiempos ministro de Instrucción Pública. Él la envió a Magallanes como directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas. Fueron 2 años que marcarían su vida y la de los magallánicos: Gabriela los conectó con el resto de Chile a principios del siglo pasado y contribuyó a dibujar su identidad regional.
Punta Arenas y la Desolación
Gabriela Mistral llegó a Punta Arenas acompañada de un grupo de profesores donde venia también Laura Rodig, profesora de arte y su pareja sentimental. En aquella época la ciudad era un bullente puerto cosmopolita pero que estaba desconectado del resto del país.
Gabriela mostró Magallanes al resto de Chile, abrió una puerta cultural en una época donde no había mucho más que ovejas y caos social entre los estancieros y los obreros. Además de un gobierno expectante que siempre privilegiaba a los extranjeros terratenientes, dueños de las tierras y del ganado. Una época convulsa y sangrienta donde fueron aniquiladas etnias enteras y otras que fueron desapareciendo a medida que está nueva colonización se producía.
Mistral se mostró como una gran líder, armó equipos, hizo clases para obreros, fundó bibliotecas y revistas, entre otras iniciativas.
Además, incluyó un uniforme escolar para todas por igual ya que había mucha deserción al usar ropa de calle. Se le ocurrió confeccionar uniformes con el género más barato de la época, lo que fue un gran éxito y la matrícula subió drásticamente.
Las vacaciones de invierno fue otro de sus aportes. Se pinta una Gabriela triste y agria, pero al parecer tenía un especial sentido del humor y de disfrutar la vida trabajando.
Gabriela Mistral realizó 2 viajes en barco por el estrecho de Magallanes y por los canales, y otra por tierra al interior, a Puerto Natales y las Torres del Paine. Gracias a esta surrealista geografía se inspiró para escribir Desolación, una de sus obras más importantes. La cautivó completamente esta tierra dura donde sobrevive el más fuerte, donde la magnificencia y soledad del paisaje abruman. Una tierra que la iluminó con su intrincada y compleja geografía, un lugar auténticamente virgen, un Chile diferente al de “Reloncaví arriba” como repetía frecuentemente. Todo a su alrededor era distinto al resto del país, la fuerza y tenacidad de su gente, la rudeza y belleza incomparable, ambas juntas, indisolubles.
Hotel Tres Pasos
A medio camino entre Puerto Natales y Torres del Paine, hay un hotel centenario que tiene el mismo nombre del lugar donde está emplazado, Tres Pasos. En este hotel se hospedó la escritora entre el 14 de enero y el 2 de febrero de 1919. Está visita dejó profundas huellas en la poetisa y en los habitantes del lugar.
Gabriela Mistral fue una mujer de grandes amores, la más famosa fue Doris Dana. Sin embargo, uno de los primeros, importantes y más intensos fue con la pintora y escultora Laura Rodig, con quien compartió su estadía en este hotel y en estas tierras.
El lesbianismo de Gabriela Mistral se ha escondido deliberadamente debido, en parte, a que ella misma mantuvo su vida sentimental fuera del ámbito público. Pero Chile lleva tiempo queriendo incorporar al imaginario colectivo la imagen de Gabriela Mistral como madre que escribe odas para niños. Pero un país que necesita apropiarse de su legado debe incluir todas las facetas de sus íconos.
Magallanes fue inolvidable para Mistral, pero ella también lo fue para los magallánicos. Incluso, cuando recibió el Premio Nobel, se acordaría en su discurso del valle del Elqui y de su querido Magallanes. Grupos literarios regionales y estudiantes van periódicamente, como en una procesión, al Hotel Tres Pasos, a su plazoleta, donde le dejan presentes y leen sus poemas.
Los magallánicos se sienten orgullosos de que Gabriela se haya inspirado en su tierra para escribir su célebre Desolación. Todos conocen su historia, su memoria sigue muy viva, tanto como en el Valle del Elqui.
Cómo ella misma escribió:
“Yo me gocé y padecí las praderas patagónicas en el sosiego mortal de la nieve y en la tragedia inútil de los vientos. Y las tengo por una patria doble y contradictoria de dulzura y desolación”
El Mercurio, 31 de octubre de 1931
Colaborador BBCL Cultura

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