Punta Arenas,
0d48ec9d-a119-4787-8781-70de66845b73-medium-standard-q100.png

SALFA-1024X439-700x300-1
HIF_1920x1080 nuevo
HIF_250x250 nuevo
Aguas Magallanes
ACHS 336x336
EPA 336x336
Banner Punta Arenas (336 x 336 px)
SUPER-G-GIF
BANNER 250 85 AÑOS
RADIO-LAPOLAR_43AÑOSCOVEPA_336X336PX
PAX
Tabsa-250_Tabsa24
PUBLICITEAQUI336X336
publicite aqui
RED SALUD 336x336
Banner Australis - 250 x 250_Mesa de trabajo 1 (1)
PUBLICITEAQUI336X336
crosur inv
3f97b5c0-2f70-4010-9e4d-64b713a9021a-small-standard-q100
BANNER-PESCACHILE336X336
CASINO
14HOME-Logo-Jordan
publicite aqui
PUBLICITE AQUI 250x250
SANCHEZ GIF
8HOME-BANNER-RECASUR-336X336
banner-dap_250x250
BANNER TARAGUI GIF
publiciteaqui250x250

21 de octubre de 2011

UN 21 DE OCTUBRE DE 1985 EL PAPA JUAN PABLO II CONFIRMÓ SU VISITA A CHILE

La única vez que el Papa Juan Pablo II estuvo en Chile, fue entre el 1 y el 6 de abril de 1987, Dato no menor ya que hasta esa fecha era el único país sudamericano que recibió su visita. […]

La única vez que el Papa Juan Pablo II estuvo en Chile, fue entre el 1 y el 6 de abril de 1987, Dato no menor ya que hasta esa fecha era el único país sudamericano que recibió su visita.

Este hecho histórico, que se enmarcó dentro del viaje apostólico número 33 de Juan Pablo II donde posteriormente también visitó Argentina y Uruguay revolucionó a los fieles del catolicismo, en una coyuntura sociopolítica compleja en nuestro país durante el gobierno militar de Augusto Pinochet. Sin duda, la visita papal de algún modo calmó un tanto las aguas.

El 16 de julio de 1985, los obispos chilenos enviaron una carta dirigida al papa Juan Pablo II, en donde le reiteraban su invitación al país: «Los Obispos de Chile solicitamos por unanimidad vuestra visita pastoral a nuestra patria».

21 de Octubre resulta una fecha clave y de gran connotación para gran parte del mundo católico en nuestro país ya que la respuesta de Juan Pablo II fue dada a conocer por la Nunciatura Apostólica un día como hoy el año 1985; día en que se anunció su visita para el primer trimestre de 1987.

Magallanes por supuesto no quedó ajeno a la visita papal y fue en el Estadio Fiscal en que el Papa en Punta Arenas lideró el “Encuentro por la paz y con la Zona Austral donde emitió estas siguientes palabras:

Encuentro por la Paz

(Punta Arenas)

«Te invoco, Señor, desde el confín de la tierra» (cf. Sal. 60/61, 3).

1. Queridos hermanos y hermanas: ¡Alabado sea Jesucristo!
Alabado sea Jesucristo, en esta región de los confines australes de la tierra, en esta zona de hielos y glaciares de la Tierra del Fuego.
¡Alabado sea Jesucristo, en esta región extrema del mundo!
Alabado sea Jesucristo, por aquellos misioneros de la entonces joven Congregación Salesiana, que hace cien años plantaron la Iglesia en Magallanes, iniciando la evangelización de esta región. Doy gracias al Señor por la valiosa herencia que dejaron aquí los hijos de San Juan Bosco, gran sacerdote y apóstol de la juventud. Es necesario recordar con emocionada gratitud a Monseñor José Fagnano, salesiano ilustre y primer Prefecto Apostólico de estos territorios.

He venido como peregrino de la fe, como sucesor de Pedro, al que Cristo dejó confiada la solicitud pastoral por la Iglesia Universal. Resuenan en mi memoria aquellas palabras dichas por Jesús a sus Apóstoles antes de subir al cielo: «Me serviréis de testigos en Jerusalén, y en toda Judea, Samaria, y hasta el extremo del mundo» (Act. 1, 8).
Al encontrarme hoy con gentes llegadas hasta estas tierras desde diversas partes del mundo, incluso desde los pueblos eslavos tan cercanos a mi corazón, quiero proclamar con vosotros nuestro amor a Jesucristo e invocarle desde el confín de la tierra (cf. Sal. 60/61, 3).
2. Mi visita pastoral a Chile, y la que haré en breve a la Argentina, ha querido ser un servicio a la paz, a esa paz que el Señor nos ha dejado en herencia (cf. Jn. 14, 27). Este servicio asume hoy la forma de una acción de gracias y de un llamado universal.
En primer lugar acción de gracias; porque esta tierra, que hace unos años pudo haber sido escenario de un conflicto sangriento entre Naciones hermanas, ha sido testigo, por la gracia de Dios, de una paz fraterna y honrosa.
Un llamado universal, además, porque al recordar el ejemplo que dieron al mundo los gobernantes y los pueblos de Chile y Argentina, quiero hacer un nuevo llamado a la paz, desde este extremo del cono sur americano.
Os exhorto pues, con todo mi corazón, a ser artífices de la paz que es fruto de la justicia, pero que sólo se afianza por el amor y el perdón; pido a los hijos de esta gran Nación, que, sin impaciencias pero sin dejaciones, sin prisas pero sin pausas, todos y cada uno, renovéis una vez más la voluntad de ser -en la familia, en el trabajo, en la sociedad, en el mundo entero- constructores y sembradores de paz. Que adoptéis los procedimientos convenientes para erradicar cualquier tipo de violencia; que encontréis los medios concretos para crear una verdadera cultura de paz y de concordia.
Donde hay amor a la justicia, donde existe respeto a la dignidad de la persona, donde no se busca la propia utilidad, sino el servicio a Dios y a los hombres, donde no hay lugar para el rencor y la venganza, donde se perdonan las ofensas, allí puede dar sus frutos la paz.

3. «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde» (Jn. 14, 27).
Son palabras de Jesús a los Apóstoles, cuando era ya inminente su Pasión y su Muerte en la Cruz. La fe nos confirma que no cabe pensar en lograr un orden armónico de la convivencia si no se es construido sobre el fundamento de la ley moral, del orden ético querido por Dios, porque:

– es Él quien ha dado la tierra a los hombres, para que la dominen en armonía;

– es Él quien ha inscrito en sus conciencias el deber de respetar los derechos del prójimo;

– es Él quien no cesa de llamarlos a ser constructores de paz;

– es Él quien les ayuda interiormente en esta tarea, mediante la gracia del Espíritu Santo (cf. Gál. 5, 22).

Excluir a Dios cuando se quieren consolidar los valores de la convivencia y de la concordia, significa cerrarse a toda posibilidad de eficacia. Querer implantar la tranquilidad social de un modo casi mecánico, sin resolver previamente el problema de los valores que la fundamentan, conduce al fracaso. Hablar de paz con un lenguaje puramente terreno, que olvide la relación del hombre con su Creador, resulta insuficiente y frágil.
Esta es la lección de la memorable Jornada de Oración por la Paz en Asís: el encuentro de tantos representantes de diversas religiones fue un signo y una invitación a todos los hombres de nuestro mundo, a recordar que existe una dimensión más profunda de la paz, y un modo más eficaz para promoverla, que consiste en la plegaria. Por eso entenderéis que os diga que, sin olvidar otras medidas, el medio principal para construir la paz es la oración intensa, humilde y confiada. Vosotros, queridos chilenos, vosotros, queridos argentinos aquí presentes, debéis estar entre los que, a diario, rezan y enseñan a rezar por la paz.
Una oración que, al exigir la serenidad interior y exterior, os urgirá a cada uno a buscarla eficazmente: contemplando la armonía querida por Dios en la creación, fomentando la solidaridad entre los hombres hechos a imagen del Creador, desarrollando los valores espirituales y trascendentes, luchando por apagar las pasiones que incitan a la violencia, perdonando de corazón a quienes hayan podido ofendemos. 4. Ese compromiso con la paz, que ahora os pide el Papa, es un empeño que brota de lo profundo de la conciencia y del corazón humano; un corazón rebosante de paz puede dar, de esa abundancia, a quienes le rodean, comenzando por los más cercanos: parientes, amigos, compañeros, conocidos. La concordia nace de la conversión personal, y sólo desde ese punto de arranque, en el que cada uno está dispuesto a vivir y a transmitir la paz, puede aspirarse a una consolidación institucional segura; es inútil clamar por el sosiego exterior si no hay tranquilidad en las conciencias.
Para ello no basta un genérico anhelo interior. Hace falta la voluntad de guardar la Palabra de Dios y colaborar denodadamente en la práctica de la justicia, de la fraternidad solidaria y del bienestar equitativamente difundido.
No es, por tanto, una paz estática que se conforma con lo ya logrado, sino dinámica, que busca una más activa promoción de la verdad, la justicia, la solidaridad y la libertad. Y «si los actuales sistemas generados por el corazón del hombre se revelan incapaces de asegurar la paz, es el corazón del hombre el que debemos renovar, para renovar los sistemas, las instituciones y los métodos» (Mensaje para la XVII Jornada Mundial de la Paz, 8 diciembre 1983); porque tanto la paz como la guerra están dentro de nosotros. «La paz del corazón es el corazón de la paz» (Homilía en el Athletic Park de Wellington, 23 noviembre 1986, n. 6).
En nombre de Cristo os dejo una consigna: llenar de paz el propio corazón, para optar por la concordia y contra la violencia en cada momento de la vida. El Papa os pide que practiquéis y difundáis esta consigna entre los hombres y las mujeres de Chile, de Argentina, de América Latina, y del mundo. La paz es una labor abierta a todos, no sólo a especialistas, a políticos, a gobernantes. La paz es una responsabilidad universal: se construye en las mil pequeñas incidencias de la vida cotidiana. En las acciones más corrientes de la jornada podemos optar a favor o en contra de la armonía y de la paz.
5. Oponeos a aquellas pasiones humanas que corrompen el corazón: el orgullo, los prejuicios, la envidia, el inmoderado deseo de riqueza y de poder, la soberbia que incapacita para reconocer los propios errores. Todo ello conduce a la injusticia y provoca tensiones y conflictos. Para conseguir la paz hay que librar cada día un combate interior, dentro de nosotros mismos contra estos enemigos de la paz.
No emprendáis jamás la vía de la violencia, que deriva de la ceguera de espíritu y del desorden interior. Una vez más ruego a los que usan la violencia y el terrorismo, que desistan de esos métodos inhumanos que cuestan tantas víctimas inocentes: la senda de la violencia no lleva a la verdadera justicia, ni para sí ni para los demás.
No admitáis soluciones a problemas que quieran basarse en el armamentismo, pues además de poner en entredicho la paz, es escandaloso para tantas personas que se debaten en la pobreza. Ojalá se amplíen cada vez más los esfuerzos en América Latina de detener la carrera de armamentos, que de ningún modo contribuye a la convivencia pacífica entre pueblos hermanos y que absorbe importantes recursos que podrían destinarse a satisfacer necesidades urgentes de vastos sectores de la población del mundo.
Oponed la mayor resistencia a los llamados de las ideologías que predican la violencia y que con su carga agresiva mutilan los ideales de paz, reduciéndolos a simples momentos de equilibrio en el juego recíproco de las fuerzas de destrucción.
Sabéis que para realizar la justicia, que es fuente de la auténtica concordia social, es necesario respetar la plena dignidad de toda persona. El Concilio Vaticano 11, en la Constitución «Gaudium et spes» elenca todas aquellas violaciones que atentan contra la vida o la integridad de la persona humana. En particular, denuncia la práctica de las torturas morales o físicas y las califica como «infamantes en sí mismas, que degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador» (n. 27).
Empeñaos en la superación de las injusticias, en el respeto de los legítimos derechos de la persona humana, humana, en una mejor y más justa distribución de las riquezas, en la difusión de la cultura y de los bienes; todo lo cual hará más digna y esperanzada la vida de tantos chilenos, de tantos argentinos que hoy miran hacia el futuro con incertidumbre y angustia. De esta manera contribuiréis a implantar la justicia en sentido pleno, que es la fuente de la auténtica paz de la sociedad.
6. Queridos hermanos y hermanas, quiero recordamos también el llamado que hice a la solidaridad en mi mensaje del presente año para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz. Son muchos más, y de mayor importancia, los lazos que unen a los hombres que aquellos que podrían separarlos.
Hace muchos siglos decía un predecesor mío, el Papa San León Magno: «Con el nombre de prójimo no hemos de considerar sólo a los que se unen a nosotros con lazos de amistad o de parentesco, sino a todos los hombres, con los que tenemos una común naturaleza (… ). Un solo Creador nos ha hecho, un solo Creador nos ha dado el alma. Todos gozamos del mismo cielo, de los mismos días y de las mismas noches y, aunque unos son buenos y otros son malos, unos justos y otros injustos, Dios sin embargo, es generoso y benigno con todos» (Sermo XII, 2; PL 54, 170). Y los hijos de

Dios deben ser igualmente generosos y benignos; nada de lo que acontece a otro hombre -nuestro hermano, nuestra hermana- puede resultar indiferente para ninguno de vosotros.
Es para mí un deber insoslayable, como Pastor de la Iglesia, apremiaros a que viváis ese amor universal -incluso a los enemigos- que Cristo señaló como distintivo de sus verdaderos discípulos (cf. Jn. 13, 35; Lc. 6, 35).
– buscad, siempre y en todo, pensar bien de los demás; porque es en el corazón y en la mente donde anidan las obras de paz o de violencia;
– buscad, siempre y en todo, hablar bien de los demás, como hijos de Dios y hermanos nuestros; que vuestras palabras sean de concordia y no de división;
– buscad siempre y en todo lugar, hacer el bien a los demás; que nadie sufra nunca injustamente por vuestra causa, en las relaciones familiares, sociales, económicas, políticas.
Ese amor solidario os llevará, amados hermanos chilenos, argentinos, a compartir tanto los bienes espirituales como los corporales. De esta manera, el desarrollo se transformará en ofrecimiento fraterno que, al ser compartido, enriquece mutuamente.
Amor solidario que se abre al diálogo, que intenta construir en vez de destruir, que procura comprender, disculpar y convivir con todos, sin crear divisiones ni barreras. Espíritu de diálogo que se esfuerza por encontrar elementos de convergencia, e instrumentos de negociación y arbitraje, sea en el ámbito nacional -entre las diversas categorías sociales y laborales, entre los distintos grupos étnicos, entre las malas opciones temporales-, sea en el ámbito internacional.
7. Quiero, en fin, referirme a otra preocupación, en cierto modo relacionada con la paz: la paz del hombre con la naturaleza. Como sabéis, en no pocas regiones del mundo nos encontramos ante peligros y amenazas a la ecología, que no sólo causan gravisimos daños al esplendor de la naturaleza sino que afectan gravemente al mismo hombre, al atentar c ontra su equilibrio vital y su futuro.
Mi predecesor el Papa Pablo VI hizo presente ya esta preocupación al decir: «bruscamente el hombre adquiere conciencia de ello: debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, corre el riesgo de destruirla, y de ser a su vez víctima de esta degradación» (Octogesima adveniens, 21).
La Iglesia no está contra el progreso científico y técnico: «La técnica es indudablemente una aliada del hombre. Ella le facilita el trabajo, lo perfecciona, lo acelera y lo multiplica» (Laborem exercens, 5). Pero el progreso técnico no debe asumir el carácter de dominio sobre el hombre y de destrucción de la naturaleza. La técnica, en el sentido querido por Dios, debe servir al hombre, y el hombre debe entrar en contacto con la naturaleza como custodio inteligente y noble, y no como explotador sin reparo (cf. Redemptor hominis, 15). Eso solamente será posible si el progreso científico y técnico va acompañado de un crecimiento en los valores éticos y morales.
Ante este grave problema de la humanidad de hoy, desde este cono sur del continente americano y frente a los ilimitados espacios de la Antártida, lanzo un llamado a todos los responsables de nuestro planeta para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios: no permitamos que nuestro mundo sea una tierra cada vez más degradada y degradante; empeñémonos todos en conservarla y perfeccionarla para gloria de Dios y bien del hombre. Hago votos para que el espíritu de solidaridad que reina hoy en los territorios antárticos -dentro del marco de las normas internacionales vigentes- inspire también en el futuro las iniciativas del hombre en el sexto continente.
En esta hora feliz en que ha sido levantada de nuevo la majestuosa Cruz de los Mares en el Cabo Froward, elevo mi plegaria al Señor para que ese signo cristiano por excelencia sea compromiso y llamada a la alabanza al Creador por la belleza de sus tierras y de sus mares.

8. Hoy, queridos hijos, en los umbrales del V Centenario de la evangelización de América, la Iglesia os pide un particular empeño en la obra de reconciliación y pacificación: con Dios, con el hermano, con la naturaleza entera; que los cristianos y todos los hombres de buena voluntad se pregunten en lo íntimo de sus conciencias, si tratan a los demás como les gustaría ser tratados por ellos; si alejan de su corazón y de su mente toda tentación de agresividad y violencia y odio; si han acogido como programa de vida la comprensión hacia el que yerra, el compartir con el necesitado, la actitud de servicio que genera unidad y espíritu de familia.
Todos estos son valores evangélicos, principios cristianos que, si arraigan en la sociedad y en los individuos, son capaces de transformarlos y dar como fruto maduro la ansiada paz y concordia entre todos los chilenos, los argentinos, los latinoamericanos.
En la Palabra de Cristo, que es Palabra del Padre que lo ha enviado (cf. Jn. 14, 24), y que resuena constantemente en nuestros corazones por la fuerza del Espíritu Santo, tenemos el mensaje salvador: «La paz os dejo; mi paz os doy» (Jn. 14, 27).
Mis queridos chilenos y chilenas, católicos de la Patagonia, María Auxiliadora, cuya imagen vamos a coronar, es la Madre y Reina de este noble pueblo; es la Madre de todos los hombres y la Reina del mundo. A ella confiamos nuestros propósitos de paz y de concordia.
¡Santa María, Reina de la Paz: alcánzanos de tu Hijo Jesús una paz duradera para todos los hombres!
¡Te lo pedimos desde el confín de la tierra. Escucha, Señor, nuestra oración! Amén.

IMG_7482
Noticias
Relacionadas
Imprimir
Aguas Magallanes

Durante la madrugada del 02 de agosto.


Durante la madrugada del 02 de agosto.


LSR 4422 combatiendo el incendio durante horas de la madrugada
nuestrospodcast
IMG_7482
COLEGIO 18 DE SEPTIEMBRE
Noticias
Destacadas

crosur inv
RADIO-LAPOLAR_43AÑOSCOVEPA_336X336PX
VILLA-AVERDE250-x-250-px
BANNER-PESCACHILE336X336
BLUMAR 336x336 GIF
BANNER TARAGUI GIF
ACHS 336x336


A_UNO_1674554-700x467
crosur inv
Banner Punta Arenas (336 x 336 px)
RED SALUD 336x336
PAX
AQUA-CHILE-250x250-1
Tabsa-250_Tabsa24
BLUMAR 336x336 GIF
HIF_250x250 nuevo
Banner Punta Arenas  (250 x 250 px)
7HOME-BANNER-HORARIO-MERCADO-336
VILA VERDE
banner-edelmag-2-1
banner-edelmag-2-1
26HOMED-banner-dap_336x336
RADIO-LAPOLAR_43AÑOSCOVEPA_336X336PX
SANCHEZ GIF
SUPER-G-GIF
Aguas Magallanes


Loreto-Seguel-CEPAL-Consejo-del-Salmon-scaled
RADIO-LAPOLAR_43AÑOSCOVEPA_336X336PX
BANNER CORCORANEXPRES_336X336PX
EPA 336x336
santo tomas
13HOME-BANNER-PESCACHILE336X336
14HOME-Logo-Jordan
CASINO
BLUMAR 336x336 GIF
AQUA CHILE 336x336 (1)
publicite aqui
publicite aquí
publicite aqui
BANNER TARAGUI GIF
Banner Australis - 250 x 250_Mesa de trabajo 1 (1)
f9afdf29-5748-4b40-98fa-d5252121a78f-small-standard-q100 (1)
RED SALUD 250x250
publiciteaqui250x250
PUBLICITEAQUI336X336
publicite aqui
publiciteaqui250x250
PUBLICITE AQUI 250x250
SANCHEZ GIF
publiciteaqui250x250
publiciteaqui250x250
publiciteaqui250x250
publiciteaqui250x250


Imagen de WhatsApp 2025-07-31 a las 13
cifuentespablo
publicite aquí
publicite aquí
publicite aqui
PUBLICITEAQUI336X336
PUBLICITEAQUI336X336
PUBLICITE AQUI 250x250
logobn (1)
Bories #871 Piso 2, Punta Arenas - Chile [email protected] / [email protected] +56 61 2241417 / +56 61 2241909
logopolartv
960 AM Para toda la region 96.5 FM Punta Arenas y Porvenir 98.5 FM Puerto Natales
radiow (1)
Canal 2 Tv Abierta Analoga. Canal 38.1 - 38.2 Tv Digital Canal 28 Tv Red, Punta Arenas Canal 77 Tv Red, Puerto Natales Canal 41 Claro, Puenta Arenas
© Copyright 2022 RadioPolar.com Todos los derechos reservados.