18 de abril de 2014
…Mira, éste está puesto para caída y levantamiento de muchos de Israel, y para signo a contradecir, y a ti misma una espada te atravesará el alma… (Lc 2,34-35.)
¿ Y adónde fue tu amado, oh tú, la más hermosa de las mujeres? ¿ Adónde fue tu amado, que le busquemos contigo? (Cant 6,1.)
En el lecho, entre sueños, por la noche, busqué al amado de mi alma, busquéle y no lo hallé. Me levanté y recorrí la ciudad, las calles y las plazas, buscando al amado de mi alma. Busquéle y no lo hallé. Encontráronme los guardias que hacen la ronda en la ciudad: ¿habéis visto al amado de mi alma? En cuanto de ellos me aparté hallé al amado de mi alma. (Cant 3,1-4.)
…como en lagar ha pisado el Señor a la virgen hija de Judá. (Lam 1,15)
¿Cómo está, pues, rojo tu vestido y tus ropas como las de los que pisan en lagar? (Is 63,2.)
¿A quién te compararé, hija de Jerusalén? ¿Quién hallar semejante a ti para poder consolarte, virgen hija de Sión? Tu quebranto es grande como el mar. ¿Quién podrá curarte? (Lam 2,13.)
…Derramen mis ojos lágrimas de noche y de día sin cesar, pues la virgen hija de mi pueblo ha sido quebrantada con gran quebranto, herida de gravísima plaga. (Jer 14,17.)
Este encuentro, ¿sirvió de mutuo consuelo o causó mayor dolor en ambos? Es frecuente hallar a nuestro alrededor madres y padres que sufren por sus hijos. Algunas veces, su pobreza extrema no les permite alimentarlos debidamente. Otras veces, asisten en silencio a sus caminos extraños, no soñados. Alguien debía acompañar las madres de desaparecidos, de drogadictos, de moribundos. Este encuentro es en realidad un gesto solidario con nuestras penas más íntimas. ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
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Vía Crucis.
ESTACIÓN V – EL CIRENEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR SU CRUZ
El que quiera venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz todos los días, y sígame. (Lc 9,23.)
Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. (Gál 6,2.)
Pero ¿cómo soportar yo, por mí solo vuestra carga, vuestro peso…?(Dt 1,12.)
…y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia. Col 1,24.
Pues para esto fuisteis llamados, ya que también Cristo padeció por vosotros y os dejó ejemplo para que sigáis sus pasos. El, en quien no hubo pecado y en cuya boca no se halló engaño, ultrajado, no replicaba con injurias, y atormentado, no amenazaba, sino que lo remitía al que juzga con justicia. Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que, muertos al pecado, viviéramos para la justicia, y por sus heridas hemos sido curados. (1Pe 2,21-24.)
Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado? »…«Podemos». Pero Jesús les dijo: «Beberéis el cáliz que yo voy a beber y seréis bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado». (Mc 10,38-39.)
Porque nosotros solo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada de Dios, edificación de Dios. (1Cor 3,9.)
Tanto si se trataba sólo del travesaño, o de la cruz entera, Jesús no podía con aquella carga inmerecida. El castigo romano de los azotes podía acabar, ya de por sí, con la vida de un hombre. Además acarreaba el sobrepeso de la infamia y el dolor de la humanidad entera. Aún entonces, Jesús no se dejó vencer en generosidad.
Equipamiento de última generación al servicio de la comunidad
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