25 de junio de 2025
A sus 80 años, Perla Gómez Barría —conocida en el mundo del espectáculo como La Guadalupe Magallánica— sigue buscando un lugar en los festivales regionales, con la misma pasión de su juventud. Cantante, trabajadora incansable, Perla es una mujer nacida en Punta Arenas, la mayor de seis hermanos, madre de dos hijos y una hija, abuela y bisabuela. Con orgullo recuerda haber estado casada casi veinte años, hasta que decidió separarse: “Me cansé de vivir con un hombre que se perdía en la bohemia, el trasnoche y el alcohol”. Desde muy pequeña, Perla destacó por su voz y sus ganas de cantar. En la escuela siempre la llamaban para animar las festividades. Estudió hasta cuarto año básico, primero en la Escuela 8 y luego en la 16, ubicada en calle Balmaceda —donde por décadas funcionó el Hogar de Cristo, y hoy la Casa del Buen Samaritano—. Creció en el trabajo del campo, arreando ganado junto a su padre para llevar el sustento a casa. Pero su corazón siempre latía más fuerte cuando pisaba un escenario o entraba a un locutorio de radio. Nacida en el populoso barrio 18 de Septiembre, recuerda que ella, así como tantas familia, en esa época, se tomó un terreno para vivir, gesto común en los años de formación de muchos asentamientos en la comuna. “La pandilla de mi barrio, el ex Gimnasio de la Confederación Deportiva —donde hoy está el casino Dreams—, me vio crecer”, cuenta. También recorrió la Isla Grande de Chiloé y gran parte de la Patagonia argentina, siempre con su música. Incluso grabó un disco. “Hasta personal de la Armada ha venido a cantarme el cumpleaños”, dice entre risas. Cuenta que nació para la música en Radio Polar, donde empezó a cantar, y rememora con cariño a grandes personajes como Alfonso Cárcamo y Francisco Figureo. También recuerda sus días en la Radio Austral, ubicada en la calle Nogueira, donde se escapaba de clases para cantar por las mañanas. A lo largo de su vida, Perla fue madre, cantante y trabajadora. Empezó como empleada doméstica, y luego en cocinerías, especialmente en los mercados de Punta Arenas, como el mercado Chilote y el municipal, hoy Galería Patagonia. A la hora de almuerzo, no solo cocinaba: también cantaba. “Así me ganaba las propinas. Siempre llevaba a mis hijos, a quienes los dejaba sentados donde mis ojos los vieran. Yo cantaba y con eso comprábamos leña, carbón y comida”, relata. Perla narra su vida con alegría, a pesar de las dificultades. Cada recuerdo lo cuenta con entusiasmo, como una forma de volver a vivirlo. Recuerda con emoción la década de 1980, cuando en el gimnasio de la Confederación Deportiva se realizaban grandes festivales. La gente gritaba para verla cantar, y compartió escenario con artistas como Los Reales del Valle. Fue ahí donde, asegura, sintió el verdadero reconocimiento de su comunidad. Una de sus recetas más aclamadas era el conejo al escabeche con papas, acompañado de buen humor y copas servidas con simpatía. “Le caía bien a la gente por mi humor”, dice. “Mi puesto tenía fila esperando para entrar a almorzar”. “Yo me casé con ‘La Calandria’”, bromea, en referencia a su canción preferida. “Esa canción es la historia de mi vida, por eso siempre la canto”. Hoy, La Guadalupe Magallánica continúa cantando, viviendo con pasión, y representando con orgullo a las mujeres luchadoras de Punta Arenas. Su historia no solo es un canto: es un testimonio de esfuerzo, arte y dignidad.
Nota de Alejandra Vera Moya
Además de triplicar el número de controles y fiscalizaciones en comparación a 2024
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