5 de septiembre de 2009
UNA REFLEXIÓN SOBRE LA CANCIÓN DEL BICENTENARIO
Como magallánico no dejó de sorprenderme la canción La fuerza de la Libertad compuesta por el destacado músico chileno Juan Carlos Duque, y elegida como himno del Bicentenario. La sorpresa viene del texto que indica Onas, Mapuches y Atacameños / […]
Como magallánico no dejó de sorprenderme la canción La fuerza de la Libertad compuesta por el destacado músico chileno Juan Carlos Duque, y elegida como himno del Bicentenario. La sorpresa viene del texto que indica Onas, Mapuches y Atacameños / fueron forjando este sueño de encontrar / un camino / y al conquistar plena igualdad / que haya un lugar para la diversidad
Lamentablemente, en el caso de la etnia Selknam, a quienes sus vecinos Yámanas llamaban Onas, ellos tuvieron cero participación en aquello de que habla el himno. En efecto, la llegada del hombre blanco a Tierra del Fuego, su hábitat ancestral, no significó ninguna posibilidad de forjar sueño alguno, no encontraron ningún otro camino que no fuese el de su extinción como etnia, y evidentemente no conquistaron ninguna igualdad, ni tienen espacio en esta supuesta diversidad.
Chile toma posesión de Magallanes en 1843, y lentamente comienza su poblamiento, primero continental y luego saltando el Estrecho de Magallanes para aventurarse en la isla ignota. Allí llegó toda suerte de personajes, que se encuentran hacia 1880 con unos 4.000 Selknams, diez años después se calcula que quedaban la mitad, tras la concesión en 1883, de grandes extensiones de terreno para uso ganadero, por parte del Estado de Chile. Muchos murieron en Tierra del Fuego, por diversas causas, todas derivadas de la llegada de los colonizadores. Para 1895 un acuerdo de los estancieros con la obra salesiana que lideraba Monseñor Fagnano, y que a su modo bregó por defender a los indígenas, dio paso a un forzado éxodo que en cuanto a los Selknams, implicó que unos 800 en el tiempo, terminaran viviendo en la Misión Salesiana de la tan malhadada Isla Dawson. La bien intencionada obra salesiana, les acarrearía algo de bienestar, pero también enfermedades y muerte.
Esta apretada síntesis concluye con que para 1905 quedaban unos 500 Selknams u Onas y luego prácticamente se extinguieron, salvo algunos descendientes dispersos, de los cuales la mayoría ya fallecieron, y no tuvieron capacidad representativa de su etnia, como para realizar los actos gloriosos que les atribuye el himno en comento.
Para finalizar, debo aclarar que no tengo nada en contra de don Juan Carlos Duque, ni menos aún de de su sana intención. Lo que no es admisible es que no haya habido un jurado capaz de meditar un poco las cosas y manejar un mínimo de conocimientos. Esto va bastante más allá de una licencia poética, más aún si se considera que el pretexto de las celebraciones y del himno es de tipo histórico. Sería hermoso que en el bicentenario pudiéramos reivindicar la memoria de las etnias originarias, particularmente -desde mi opción personal- las de Patagonia y Tierra del Fuego, tan desconocidas para la mayoría, pero ello no puede basarse en la ignorancia o deformación de la historia, porque entonces el homenaje se transforma en una nueva afronta, perpetrada desde esa ignorancia, y es sólo una nueva caricatura, sin la consideración ni el respeto, que al menos la memoria histórica de una etnia que ya no existe y que nunca pudo defenderse, se merece.

Las reclamaciones buscaban dejar sin efecto la resolución de la Comisión de Evaluación de Magallanes, que rechazó la solicitud de invalidación de la RCA del Proyecto.
Las reclamaciones buscaban dejar sin efecto la resolución de la Comisión de Evaluación de Magallanes, que rechazó la solicitud de invalidación de la RCA del Proyecto.


