15 de febrero de 2015
EN FEBRERO DE 1849 VIAJAN DE NUEVA YORK A CALIFORNIA PASANDO POR EL ESTRECHO
. Este día, parte de Nueva York la goleta John Allyne con destino a California. A bordo viajaba Benjamín Franklin Bourne junto a un contingente que buscaba participar de la Fiebre del Oro que se había desatado en el oeste […]

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Este día, parte de Nueva York la goleta John Allyne con destino a California. A bordo viajaba Benjamín Franklin Bourne junto a un contingente que buscaba participar de la Fiebre del Oro que se había desatado en el oeste norteamericano.
Para realizar ese viaje debían navegar hacía el Pacífico por las únicas opciones de la época: rodear el cabo de Hornos o atravesar el estrecho de Magallanes, que fue la alternativa finalmente elegida.
El 30 de abril el barco llegó a cabo Vírgenes y penetró por el estrecho. Luego de la primera noche austral, a la mañana decidieron que un grupo desembarque en procura de provisiones. Con nuestros fusiles en la mano, una bolsa de pan y algo de tabaco cuatro de nosotros bajamos a tierra. Al llegar a la playa, vimos aparecer una verdadera multitud de hombres muy grandes, de piel oscura, que se acercaron al borde del agua. Nos desagradó especialmente su aspecto, por lo que nos quedamos en los botes un largo rato. El recuerdo de muchas desagradables historias que se corrían sobre los patagones, sobre su carácter bárbaro y cruel, no ayudaba a fortificar nuestra confianza, y tampoco nos invitaba a tomar contacto personal con ellos (Benjamín Franklin Bourne. Cautivo en la Patagonia).
Desde los botes intentaron plantear un trueque de carnes por pan, pero los nativos dijeron que tenían los alimentos en sus tolderías y que debían intercambiarlos ahí.
Una sorprendente bajamar dejó a los pesados botes sin posibilidades de operar y fueron rodeados por los tehuelches haciendo infructuosos los reiterados intentos de escapar.
El jefe de los nativos le ordenó sentarse a Bourne, desde esa posición pudo mirar, con ojos nostálgicos, el bote y nuestro barco anclado a plena vista. Mis tres compañeros fueron arrastrados al mismo lugar. Entonces comenzó una negociación más seria. Ofrecimos un gran rescate y, después de algunos regateos, accedieron a que tres de nosotros fueran liberados, pero uno debía quedar de rehén. Desgraciadamente, yo fui señalado para jugar ese papel.
Finalmente, mientras sus compañeros eran liberados para ir a buscar el rescate, tuvo que aceptar la exigencia de marchar junto a los nativos hacia sus tolderías, que estaban a varios kilómetros de la costa.
Bourne pasó cuatro meses cautivo de los tehuelches, hasta que pudo escapar.

Carta al director.
Carta al director.


