29 de diciembre de 2023
Esta semana ha estado marcada por los saludos y abundan los buenos deseos en las felicitaciones navideñas, aunque muchos no sepan ni se den cuenta lo que significa eso de desear “feliz navidad”, pues la palabra “navidad” significa “nacimiento”, y a muchos no les importa el nacimiento del Señor Jesús, pero lo importante es que haya fiesta. En realidad, está muy bien que haya tanto gusto de compartir con otros y que haya tantos buenos deseos repartidos con generosidad, pero hay algo que no funciona.
Ahora, comienza otra semana llena de saludos y buenos deseos en que cada uno repetirá a muchas personas el saludo de «feliz año nuevo» en medio de apretones de mano, brindis y abrazos, saludos por correo electrónico y las redes sociales. Así, pareciera que en nuestro mundo no hay más que buenos deseos que se reparten con abundante generosidad; pero también hay algo que no funciona.
Ciertamente, está bien que haya tantos buenos deseos, porque -en el fondo- ponen de manifiesto la bondad y el anhelo de generosidad tantas veces muy bien escondido, camuflado y enmascarado en algunas personas. Sin embargo, en medio de tantos deseos de felicidad y prosperidad, hay algo que no funciona: se acaba la fiesta y todo sigue como antes, nos dimos los saludos y todo queda en los buenos deseos prontamente olvidados para que la vida siga igual.
Parece que es necesario tomar en serio que tantos saludos y abrazos generosamente repartidos, y los buenos deseos para el nuevo año no funcionan y resultan inútiles sin algunos necesarios cambios de actitudes. El problema es que olvidamos prontamente los buenos deseos y hermosas intenciones, y con mayor rapidez de lo que quisiéramos volvemos a lo de siempre, a lo que nos resulta cómodo, a las inercias de siempre o a las mediocridades acostumbradas.
Así, rápidamente, todo vuelve a ser como era en el año pasado: las pensiones de la mayoría de los jubilados continúan igual de miserables, siguen igual las incomunicaciones familiares y aún la violencia en muchos hogares, se mantienen sin cambio muchos enemigos irreconciliables, los corruptos siguen con sus pillerías y arreglines en muchos ámbitos de la sociedad, la injusta pobreza de los pobres sigue siendo tan injusta y tan pobre, la soledad de los que se sienten abandonados y sin cariño continúa siendo muy sola, etc…
No se trata, para nada, de ser un aguafiestas, sino de tomar en serio que la distancia entre los deseos y la realidad no desaparece con los saludos y abrazos. Nuestros buenos deseos -si se quedan sólo en eso- no producen nada más que una ingenua ilusión que rápidamente se desvanece, a no ser que estemos dispuestos a introducir cambios en nuestra vida y comprometernos a buscar una vida mejor para todos. Definitivamente, los buenos deseos de felicidad, prosperidad, éxito, amor y paz, etc., no funcionan por sí solos, sino que los cambios necesarios en la vida se hacen con buenos deseos, por cierto, pero que requieren compromiso y esfuerzo por realizar lo deseado.
Un nuevo año es una oferta de tiempo para decisiones que expresen algo nuevo, es una ocasión para una actitud nueva ante la vida, ante sí mismo, ante Dios, ante los demás, y ante los proyectos que tengo; así mismo, es ocasión para saber acoger lo que se me ofrece, para vivir lo inesperado y darse cuenta que la vida se juega en todo eso.
Cada año, en estas fechas me gusta recordar unas palabras las palabras de Mamerto Menapace, un monje argentino, cuando dice: “mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje”. Entonces, agradezcamos lo vivido y acojamos con esperanza los desafíos de este tiempo nuevo.
29 de diciembre de 2023
Por su parte, en intención de voto espontáneo, la alcaldesa encabeza con 22%, seguida por el líder republicano José Antonio Kast con 14%, la ex Presidenta Michelle Bachelet con 6%, el alcalde Tomás Vodanovic con 5% y el diputado Johannes Kaiser con 4%.
Por su parte, en intención de voto espontáneo, la alcaldesa encabeza con 22%, seguida por el líder republicano José Antonio Kast con 14%, la ex Presidenta Michelle Bachelet con 6%, el alcalde Tomás Vodanovic con 5% y el diputado Johannes Kaiser con 4%.