6 de octubre de 2025
EL ACUARIO DEL FUTURO CENTRO ANTÁRTICO INTERNACIONAL: UNA VENTANA A LA VIDA OCULTA DEL OCÉANO AUSTRAL
El CAI es un anhelo de larga data en la región de Magallanes. Desde los años 90 se hablaba de construir un centro que integrará investigación científica, divulgación y turismo cultural.

Frente al estrecho de Magallanes, en la costanera de Punta Arenas, desde el Gobierno Regional, se proyecta una obra que promete consolidar la relación de Chile con la Antártica. El Centro Antártico Internacional (CAI) no será solo un edificio moderno con laboratorios y salas de exhibición: en su corazón late un sueño largamente acariciado: el de mantener vivas, en pleno sur de Chile, especies que hasta hoy solo podían ser observadas en expediciones científicas.
Ese corazón es el acuario con especies vivas antárticas, un sistema pionero que permitirá al público ver de cerca peces, moluscos, equinodermos y crustáceos que habitan en las gélidas aguas del océano Austral. Un trozo de Antártica en medio de la ciudad más austral de Chile continental.
Un sueño de décadas
El CAI es un anhelo de larga data en la región de Magallanes. Desde los años 90 se hablaba de construir un centro que integrará investigación científica, divulgación y turismo cultural. El impulso definitivo vino recién en la última década, con un fuerte respaldo del Instituto Antártico Chileno (INACH), el Gobierno Regional, la Universidad de Magallanes y el Ministerio de Ciencias, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
Para Ricardo Faúndez, jefe de la Unidad de Proyectos del INACH, el CAI es "un edificio único en el mundo que busca posicionar a Chile como país antártico a la vanguardia, consolidando a Punta Arenas como la principal puerta de entrada al Continente Blanco". La comparación con la Ópera de Sídney no le parece exagerada: "será un ícono arquitectónico y cultural, un imperdible para quienes visiten la región".
Pero llevar adelante esa visión implicaba innumerables desafíos, sobre todo considerando que el proyecto incluye la "reconstrucción" de un bosque antártico y el funcionamiento de un acuario. Respecto a este último, había que resolver un problema central: ¿cómo trasladar un pedazo de Antártica a la costanera de Punta Arenas y mantenerlo vivo?
Prototipos en frío
La respuesta comenzó a construirse en 2017, cuando el INACH impulsó un primer prototipo de acuarios experimentales. Desde entonces, un equipo multidisciplinario ha trabajado para mantener especies antárticas en condiciones de cautiverio, ajustando parámetros de agua, salinidad y temperatura.
Sebastián Menéndez, biólogo marino e integrante del proyecto CAI, resume la importancia de este esfuerzo: "Este prototipo nos ayuda a saber qué especies traer desde la Antártica, cómo es su comportamiento, su alimentación y con qué frecuencia comen. Así, cuando el edificio esté construido, ya tendremos claridad sobre el listado de especies que vivirán en el acuario".
El aprendizaje no ha sido menor. Hoy, el equipo es capaz de mantener alrededor de ¡cuarenta especies polares en cautiverio!, algo inédito a nivel mundial. Incluso algunas de estas especies han sobrevivido más de cuatro años. La experiencia acumulada se traduce en un catálogo vivo que será transferido al futuro acuario del CAI.
Ciencia al servicio del futuro
Para Alejandro Font, jefe de la Sección de Plataformas Científicas del INACH, el acuario cumple un rol doble: "El objetivo es democratizar el acceso al conocimiento antártico. Estamos desarrollando sistemas de recirculación cerrada en condiciones controladas, lo que permitirá experimentación prolongada y estudios sobre bioindicadores de cambio climático en especies como la almeja Laternula elliptica o el pez Harpagifer".
Font subraya que mantener estos organismos en condiciones estables "nos permite proyectar investigaciones interdisciplinarias en escenarios realistas de cambio climático, algo inédito en la ciencia polar nacional".
Entre las especies que se han logrado mantener figuran estrellas, soles y pepinos de mar, isópodos gigantes, que incluso tuvieron crías en cautiverio, y diversas esponjas marinas que sirven como bioindicadores de contaminación. El próximo gran desafío es el kril, pieza clave de la cadena trófica del océano Austral.
Un biofiltro único en el mundo
Uno de los hitos más importantes fue el desarrollo de un biofiltro único a nivel mundial, resultado de seis a siete años de trabajo continuo. Este dispositivo, fruto de la ingeniería y la prueba constante, permite mantener los parámetros de agua estables y asegurar la vida de especies extremadamente sensibles.
"Fue un proceso de ensayo y error, con muchas dificultades técnicas", recuerda Menéndez. "Hoy podemos decir con orgullo que tenemos un sistema pionero, comparable con lo mejor del mundo, pero desarrollado aquí en Magallanes".
Gracias a este avance, Chile se ha posicionado como líder en el reducido grupo de países capaces de mantener acuarios polares, junto a Japón, Corea del Sur, Francia y Australia.
Para el director del INACH, Gino Casassa, los acuarios del CAI son mucho más que una atracción museográfica: "El acuario es uno de los componentes esenciales del CAI, con dos fines principales. Uno, científico: permitir a investigadores estudiar diversas especies sin necesidad de viajar a la Antártica. Y otro, museográfico: exponer estas colecciones a la comunidad en general".
Casassa advierte sobre el riesgo de que la ciencia quede encapsulada en una "burbuja" accesible solo para especialistas. "Difundir los resultados y acercar la ciencia a la ciudadanía es una obligación, no una opción", señala. "Si somos parte de este territorio, tenemos que conocerlo y valorarlo. Y para conocerlo, la sociedad en general debe estar involucrada".
Educación y comunidad
El prototipo de acuario ya ha servido para actividades educativas. Estudiantes de diversos establecimientos educacionales como también de la Universidad de Magallanes quienes han realizado visitas y prácticas profesionales, aprendiendo sobre sistemas de recirculación y robótica submarina, por ejemplo.
"Para nosotros siempre es un agrado vincularnos con la comunidad, especialmente con jóvenes que están próximos a desenvolverse como profesionales", cuenta Menéndez. "Sembrarles la semilla del interés por la Antártica es parte de nuestra misión".
El futuro CAI expandirá estas actividades con un relato museográfico que conecte los ecosistemas antárticos con los subantárticos, mostrando al visitante cómo lo que ocurre en los mares australes impacta en el clima global.
Cooperación internacional
El proyecto no habría sido posible sin alianzas internacionales. Casassa destaca el apoyo del acuario de Tokio y las conversaciones con centros de Valencia y Corea del Sur. Font, por su parte, menciona los aprendizajes obtenidos en colaboración con la División Antártica Australiana, líderes mundiales en el manejo de kril.
"Solos no podríamos realizarlo", reconoce Casassa. "Hemos trabajado con acuarios y centros de investigación de todo el mundo, lo que nos ha permitido acortar brechas de conocimiento y estar a la vanguardia".
Un impacto más allá de la ciencia
El CAI también es visto como una herramienta de desarrollo regional. Según Faúndez, el impacto económico será determinante: "Esperamos que quienes visitan Torres del Paine se queden uno o dos días más en Punta Arenas para vivir la experiencia antártica. Eso significa más alojamiento, más servicios, más encadenamientos productivos. Y los acuarios serán una de las estrellas del centro".
El edificio, de más de 5.600 m² de museografía y 3.600 m² de laboratorios de clase mundial, busca convertirse en un polo de atracción turística, científica y cultural.
El acuario como espejo de la crisis planetaria
El CAI no se limita a mostrar especies nativas de la Antártica: busca transmitir un mensaje profundo sobre la triple crisis planetaria —cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación— que también afecta a la Antártica.
Casassa advierte: "Se han descubierto más de diez especies exóticas invasoras en la Antártica y casos de contaminación en organismos marinos. Estudiar cómo responden frente a estos cambios es fundamental para proteger aún mejor el Continente Blanco y el océano Austral".
En esa línea, el acuario permitirá investigar cómo especies bioindicadoras reaccionan a contaminantes emergentes o a variaciones de temperatura, ofreciendo datos clave para la conservación global.
Una ventana al futuro
El Centro Antártico Internacional está llamado a convertirse en la mayor infraestructura científica y cultural sobre la Antártica en el hemisferio sur. Sus acuarios, con más de 90 especies y 123 m³ de agua, serán el corazón de una experiencia que combinará turismo, educación y ciencia.
"Cuando abra sus puertas, Punta Arenas será la única ciudad latinoamericana donde se podrá observar la vida marina polar sin cruzar el océano", concluye Casassa.
Un pedazo de Antártica se instalará en la costanera magallánica, recordándonos que proteger el Continente Blanco es también proteger nuestro propio futuro.
El INACH es un organismo técnico del Ministerio de Relaciones Exteriores con plena autonomía en todo lo relacionado con asuntos antárticos de carácter científico, tecnológico y de difusión. El INACH cumple con la Política Antártica Nacional incentivando el desarrollo de la investigación de excelencia, participando efectivamente en el Sistema del Tratado Antártico y foros relacionados, fortaleciendo a Magallanes como puerta de entrada al Continente Blanco y realizando acciones de divulgación del conocimiento antártico en la ciudadanía. El INACH organiza el Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN).

Con jornadas programadas para el 17 y 18 de octubre, la actividad es abierta a toda la comunidad y no requiere experiencia previa.
Con jornadas programadas para el 17 y 18 de octubre, la actividad es abierta a toda la comunidad y no requiere experiencia previa.


