Sin embargo, la lluvia no amainó la fe de quienes el segundo domingo de enero, como todo el año, llegan hasta lo pies de la Morenita a rezar, encomendar enfermos, agradecer intercesiones y pedir por familiares y amigos.
Llegan también a disfrutar de un bello entorno que nos recuerda el compromiso del cuidado de la Casa Común y que se manifiesta como cada año en dejar el lugar limpio, lo que es digno de destacar.
La primera misa fue al mediodía y por gracia del Señor, fue el único momento del día en que no llovió. La presidió el padre obispo Óscar, el que nos instó a ser signos de paz en medio de un ambiente de violencia y de dolor; y desde el evangelio nos invitó a seguir a Jesús, que toca nuestro corazón como lo hizo con sus primeros discípulos. A las 4 de la tarde, la segunda misa fue presidida por el padre Pablo Vargas, el que nos recordó nuestra misión de peregrinos que anuncian a Jesús en todo camino que recorran.
La lluvia llegó como una bendición sobre una tierra que sufre la sequía, que incluso mantiene seca la cascada de la gruta, por lo que nos contaban que muchos ganaderos decían que el mejor regalo de la Virgen sería que lloviera y Ella como Madre Protectora permitió el milagro.
Mi agradecimiento a la Ilustre Municipalidad de Rio Verde, a sus concejales y en la persona de su alcaldesa doña Sabina Ballesteros a todos los funcionarios municipales por todo el trabajo realizado, a Conaf, Carabineros, Vialidad, Servicio de Salud Magallanes-SAMU, IST, al Santuario Jesús Nazareno y a la Cofradía de Montserrat en Magallanes.
Nos queda el desafío de reconstruir la pasarela que se quemó el año pasado e instalar la imagen traída desde el Monasterio de Montserrat en España. Si quieres seguir recibiendo información escríbenos a [email protected] (Fotografías Gerardo López Masle/LPA)
Diácono Eduardo Castillo
