17 de marzo de 2024
No es algo muy frecuente que todas las confesiones religiosas del país se dirijan al conjunto de nuestra sociedad; sin embargo, es lo que ahora hicieron, el miércoles 13 de marzo, en una declaración pública titulada “Las confesiones religiosas frente a la realidad del país: un llamado a la paz”.
Se trata de un documento firmado por los representantes de las principales confesiones religiosas de Chile: las diversas Iglesias cristianas (católica, ortodoxa, anglicana, evangélicas, pentecostales) y las comunidades judía y musulmana, que ofrecen sus reflexiones sobre la realidad que vive el país. Señalan que lo hacen, desde una perspectiva ética, para contribuir a la paz y al desarrollo armónico de la convivencia en nuestro país.
Es el fruto de la reflexión de los pastores que, en su ministerio, están muy cerca de las situaciones que afectan la vida de las personas y al conjunto de la sociedad. No son políticos ni analistas sociales, sino pastores que conocen de cerca la vida de sus comunidades, que dialogan y escuchan a las personas, que conocen las alegrías, los dolores y las esperanzas de un país cuya mayoría son personas creyentes Son los pastores de comunidades que siempre han estado presentes para asistir y aliviar en cualquier necesidad, y lo seguirán haciendo.
Por eso, los pastores de las comunidades creyentes no se sitúan en la polarización de opiniones ni en el “a favor o en contra”, pues las confesiones religiosas no tienen opciones ideológicas, y en ellas hay miembros de todo el espectro de partidos políticos. Así, la preocupación de los pastores es poner en relieve aquello que nos afecta a todos y perturba la convivencia nacional.
Señalan que “es motivo de gran preocupación observar el grave deterioro que se ha producido desde hace algunos años en nuestras relaciones cívicas, que afectan seriamente la capacidad de buscar soluciones justas y oportunas a las dificultades que enfrentamos”. Se trata de “un malestar muy generalizado” que provoca “una crispación en los ánimos de las personas y grupos sociales y hacen difícil la comprensión y el diálogo, elementos esenciales de una verdadera democracia, como la que todos deseamos”.
La declaración pone en relieve “el grave problema de la inseguridad a que se ha visto enfrentada la ciudadanía, que afecta a todos los sectores sociales sin distinción, es un flagelo de consecuencias impredecibles”. El aumento de hechos violentos, la expansión de la droga, el desprecio por la vida, el atropello a la propiedad privada y a las leyes se han convertido en algo habitual, por eso, dicen que esta situación “está destruyendo los elementos esenciales de la vida ciudadana y en particular nuestros barrios, familias y nuestra juventud”.
Los pastores señalan que otro motivo de grave preocupación es “comprobar los innumerables casos de corrupción que han afectado de manera transversal a diversas instancias públicas y privadas, con escándalo de los ciudadanos por el mal ejemplo y la deshonestidad, precisamente de aquellos que tienen un particular compromiso con el bien común”. Además, esta corrupción es “con los recursos públicos, que pertenecen a todos los chilenos y están destinados a dar solución a los graves problemas sociales que nos aquejan”.
También, la declaración de los pastores señala que “ha quedado de manifiesto, la incapacidad de los actores políticos para llegar a acuerdos sobre temas esenciales, como las pensiones para el justo beneficio de los más necesitados”. Esta incapacidad de los actores políticos para lograr acuerdos por el bien común tiene, señalan, “efectos desintegradores para la convivencia cívica y el progreso”.
Por esos, los pastores de las confesiones religiosas del país llaman a “dar un paso decisivo hacia una verdadera política de acuerdos y consensos, hacia un acuerdo nacional” que mire el bien común del país y sus graves problemas. Los pastores ofrecen su disposición a colaborar: “estamos dispuestos a colaborar, desde nuestra perspectiva, a este gran objetivo”. Termina la declaración haciendo un llamado a todos los ciudadanos y “a quienes tienen el privilegio y la obligación de legislar”, de todos los sectores y sin distinción, a mirar con amor a nuestro país, que es la casa común que Dios nos ha regalado.
De esta manera, los creyentes de las diversas confesiones religiosas nos unimos en oración al Señor de todos pidiendo que este llamado sea acogido, antes que sea tarde y estas situaciones nos sobrepasen de modo insalvable, y que desde una honda conciencia del bien común se den los pasos y los acuerdos necesarios para sanar el alma herida de nuestro país.
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