17 de julio de 2025
LA HISTORIA DE UNA MUJER NACIDA EN UN PEQUEÑO PUEBLO LLAMADO CONTAO, EN LA REGIÓN DE LOS LAGOS
ALMORZANDO CON CHECHO

Llegó a Punta Arenas con tan solo 8 años, y de eso ya han pasado 52 años. Cuenta que la vida era muy difícil en aquellos tiempos; la falta de trabajo llevó a su padre a tomar una dura decisión: separarse temporalmente de la familia y viajar en busca de un mejor porvenir. Así fue como llegó a Punta Arenas, donde consiguió una fuente laboral que le permitió arrendar una vivienda y traer consigo a su esposa y sus seis hijos.
Era el año 1972. En ese entonces, la única forma de llegar al extremo sur de Chile era por vía aérea o marítima. Para las familias de menos recursos, la opción más conveniente era el transporte marítimo. Los buques surcaban los mares, atravesando incluso el temido Golfo de Penas, ya que no existía aún la posibilidad de viajar por carretera a través del territorio argentino.
Aquellos buques no solo transportaban pasajeros, también llevaban las mudanzas completas de quienes se cambiaban de región. Así se trasladaban las familias, con sus sueños e ilusiones a cuestas.
Josefina del Carmen Barría Almonacid se declara magallánica de corazón."Esta es mi región, mi ciudad. Punta Arenas nos dio todo", dice con emoción. Aquí su familia pudo surgir. Sus hermanos estudiaron, ella se casó hace 41 años, fue madre de tres hijos, abuela de nueve nietos y bisabuela. De profesión manipuladora de alimentos, ha construido una vida plena en el sur del mundo.
Hace quince años cumplió el sueño de la casa propia. Allí crearon un pequeño quincho al que llamaron “Tribilín”. Aunque decidieron dejarlo inactivo debido a la creciente competencia en el rubro, hoy sigue cocinando a pedido para eventos especiales.
Josefina y su esposo participan activamente en actividades folclóricas y eventos vinculados a la gente de mar. Siempre dispuesta a ayudar en silencio a quienes lo necesitan, su labor solidaria es constante pero discreta.
Con lágrimas en los ojos, al ser consultada por sus hijos, confesó sentir tristeza por uno de ellos que trabaja en Santiago. "El resto está cerca mío, compartimos a menudo. Son muy buenos hijos", dijo con orgullo. Su esposo ha trabajado como conductor de transporte mayor y colectivero.Una familia de esas que hacen país. Se han levantado tras cada caída y han avanzado con alegría y esfuerzo.
Josefina, por un instante, nos trasladó a ese Punta Arenas del pasado. Un lugar sin Zona Franca, pero con Puerto Libre. Donde aún quedan vestigios de los antiguos muelles a orillas del Estrecho de Magallanes.En su recuerdo de niña, imaginaba su viaje en buque como una aventura, soñando con llegar a una ciudad de campo, como si fuera el mundo de Heidi. Una ciudad donde comprar corderos era algo cotidiano, reflejo de la identidad ganadera de la región. Un lugar muy distinto al que conocemos hoy.

Se trata de una inversión de cerca de 300 millones de pesos que implica el primer gran cambio de mejoramiento en su infraestructura desde su creación
Se trata de una inversión de cerca de 300 millones de pesos que implica el primer gran cambio de mejoramiento en su infraestructura desde su creación


