16 de octubre de 2025
PROYECTO ‘’MEMORIA DE UN BAUTIZO’’ INVESTIGA LA HISTORIA SOCIAL DE UNA FAMILIA INDÍGENA
En Punta Arenas, sus ejecutores invitan a una presentación del proyecto el jueves 16 a las 18.30 h en el Café del Stretto (Roca 975), donde la exposición estará hasta el 16 de noviembre; y a un conversatorio el jueves 30 de octubre a las 19 h en la Biblioteca Pública N°47 (Hornillas 42).

“Memoria de un bautizo” es un proyecto de investigación desarrollado gracias al Concurso Público Subsidio a la Difusión y Fomento de las Culturas Indígenas de la CONADI, ejecutado por Jorge Colivoro y Rosamaría Solar. El estudio indaga el pasado de la familia huilliche kawésqar de Braulio Coliboro y Elena Pérez, un pasado que se hizo público cuando sus seis hijos fueron cristianizados en un gran bautizo, ocurrido en Fuerte Bulnes el 30 de diciembre de 1945.
En Punta Arenas, sus ejecutores invitan a una presentación del proyecto el jueves 16 a las 18.30 h en el Café del Stretto (Roca 975), donde la exposición estará hasta el 16 de noviembre; y a un conversatorio el jueves 30 de octubre a las 19 h en la Biblioteca Pública N°47 (Hornillas 42).
Los Coliboro Pérez se establecen en Punta Carrera
Durante los años 40, tras navegar entre Puerto Natales y la isla Dawson, los miembros de la familia Coliboro Pérez se asentaron en la bahía de Punta Carrera, a corta distancia de Fuerte Bulnes. Vivían en la miseria de un rancho revestido con madera, lona y desechos, junto al cual había una choza que habitaba Teresa, la abuela kawésqar. Allí criaron a sus hijos Belisario, Pablo, Humberto, Pedro, Miguelina, además de la primogénita de Elena, Dominga, posible fruto de una violación.
Elena provenía de la península Muñoz Gamero, donde algún misionero la apellidó Pérez. Braulio, un huilliche de Quellón, fue soldado, leñador, carpintero, pescador y lobero. En la prensa, se refirió a su compañera como ‘’una mujer del agua (..) Nació así, trabajando. Ahora, con los hijos, no puede casi, pero siempre me ayuda a pescar, a cazar y a vivir en las rucas’’.
Vecinos kawésqar y militares
En Rinconada Bulnes, los Coliboro Pérez convivían con otros kawésqar que se establecían por temporadas, también con Sofía Alvarado, Félix Illesca y sus siete hijos. Félix era un militar designado por el general Ramón Cañas Montalva para la custodia del fuerte, reconstruido en 1944, donde Braulio hacía trabajos de reparación y carpintería. Sterlina Fuentealba, nieta de Félix y Sofía, cuenta que sus abuelos se preocupaban de que sus vecinos indígenas tuviesen ropa y zapatos de calidad, siguiendo el principio de que "fueran tratados como un chileno más", tal como indicaba Cañas Montalva.
El masivo bautizo de 1945 en Fuerte Bulnes
La organización del evento estuvo a cargo de Frana (Panchita) Cvitanic, dueña de la parcela San Jorge en Agua Fresca, quien convocó a los asistentes. Los niños y niñas fueron apadrinados por familias croatas y españolas pertenecientes a la iglesia Don Bosco. Condujo la ceremonia el sacerdote esloveno Martín Marosa, un salesiano catequista y profesor de música, que migró del Don Bosco para ser párroco en la Catedral y murió el 2012 a los 99 años. Una vez impartido el sacramento, asaron en la pampa varios corderos al palo.
Doña Lola, testigo de la celebración
Consuelo Prieto Sánchez, Lola, fue testigo del evento a los 10 años; sus padres, Oliverio y Carmen, apadrinaron a Pablo Coliboro. Asistió también su marido Nicolás Mladinic; sus futuros suegros, Nicolás y Elena, tuvieron de ahijada a Dominga. Lola recuerda bien ese día, pues lo conversaron mucho las dos familias. Conocía a los Coliboro, porque cuando iban a Rinconada Bulnes a comprar centolla compartían con ellos juegos, ropas y alimentos.
Para ella, ese domingo ‘’fue pura alegría, los niños ven las cosas de esa manera, los papás estaban preocupados por lo que debían llevar a sus ahijados para que estuvieran arregladitos, cambiaditos, peinados, les entregaron ropa para que anduvieran mejor porque se veían muy mal, era gente muy muy pobre (…) Fue una fiesta grande, para festejarlos a ellos con todo. Nos llevó la tía Dinka Cvitanic, porque la familia tenía una parcela cerca de Fuerte Bulnes (…) Los matrimonios se preocuparon mucho, después crecieron los chicos y no supimos más de ellos".
El contexto de la época
En aquellos años, los pueblos originarios no tenían en Chile representación política ni derechos colectivos. Su relación con el Estado era desigual y asistencialista, guiada por políticas de chilenización e integración que no reconocían idiomas ni tradiciones ancestrales. En Magallanes, agrupaciones de beneficencia ligadas a la Iglesia buscaban proteger a niños desvalidos e indígenas, con el fin de cristianizar y mejorar las condiciones de vida estos últimos. A veces, estos procesos traían la separación de las familias y que los niños terminaran en hogares o al servicio doméstico.
Pese a las buenas intenciones de sus vecinos y padrinos, la infancia y la juventud de los Coliboro Pérez estuvieron determinadas por la pobreza y el hambre, sumados a la transculturización, la falta de una educación formal y la fragmentación familiar al morir sus padres, desventajas comunes a millones de nativos en el continente americano. Asimismo, el ocultamiento de sus identidades indígenas cambió el rumbo de muchos kawésqar, quienes vivieron en el encubrimiento cultural para ser aceptados por la sociedad occidental.

Ministro: "Este año nosotros vamos a estar muy cerca del número de turistas que recibe Brasil, un país diez veces más grande que nosotros, por eso no cabe duda de que vamos más rápido que nuestros vecinos en esta materia".
Ministro: "Este año nosotros vamos a estar muy cerca del número de turistas que recibe Brasil, un país diez veces más grande que nosotros, por eso no cabe duda de que vamos más rápido que nuestros vecinos en esta materia".


