2 de noviembre de 2012
Proliferan como los hongos en aeropuertos y estaciones de tren de todo el mundo. Los hoteles cápsula, una invención del saturado e histriónico Japón, se han colado en ciudades como Londres, Ámsterdam o Nueva York. También en España. Y esta moda que empezó por necesidad y con estética turbadora es ahora un nuevo nicho, nunca mejor dicho, para el diseño y las últimas tecnologías.
El primer edificio cápsula fue seguramente el Nakagin Capsule Hotel Tower de Tokio. Fue diseñado por el arquitecto Kisho Kurokawa y su idea era que las cápsulas de este inquietante edificio fueran desmontables para su mantenimiento, algo que luego nunca sucedió desde su inauguración en 1972.
Desde el Nakagin, el concepto de la cápsula, aunque controvertido, se ha extendido por los cinco continentes. Existen más de 300 de estos hoteles en Japón. La mayoría son frecuentados por los trabajadores que debido a su nivel etílico han perdido el último tren a su casa. También por desempleados que los alquilan por meses. Aunque existen también algunos modernísimos, como el 9 Hours de Kyoto, que aspiran incluso a tentar a viajeros de todo el mundo. Pese a estas excepciones, la mejor prueba de que han inspirado hoteles por todo el mundo está en los grandes aeropuertos internacionales.
Estos están pensados para echar una cabezadita en largas escalas o pérdidas de vuelos, pero no dejan de emular a latas para sardinas. Además, los hoteles cápsula de última generación están repletos de comodidades: televisiones planas, wifi de alta velocidad, iluminación LED, reloj despertador… Son micro habitaciones con alta tecnología y diseño vanguardista.
El mejor ejemplo es la cadena británica Yotel hotel. Fíjese nada más salir del avión la próxima vez que viaje a Londres: las grandes letras de neón que anuncian su ubicación llaman la atención. En el Yotel hotel se pueden reservar habitaciones por un mínimo de 4 horas: «un descanso de primera clase», dice sus slogan.
Las cabinas ofrecen televisión, wifi y un servicio de habitaciones, snacks, cafés y tés y amenities que funciona las 24 horas al día. Existen distintos tamaños, pero la cabina estándar, de siete metros cuadrados, cuesta desde 27 libras (unos 33 euros) por un periodo de 8 horas. Aunque el Yotel tiene ventaja en los aeropuertos londinenses, su sucursal en el de Schiphol, en Ámsterdam, tiene serios rivales. Uno es el lujoso CitizenM, un hotel de diseño rompedor e inteligente que ha conseguido hacer de sus mínimas habitaciones pequeñas obras de arte.
SnoozeCube es otro micro hotel, esta vez en Dubai International Airport, creado para pasajeros que necesitan un extra de privacidad entre vuelo y vuelo. Cuenta con 10 cabinas conectadas al sistema de información del aeropuerto para que ningún huésped pierda su avión. Ofrecen una ventaja sobre otros hoteles mínimos es que sus habitaciones están insonorizadas para garantizar el descanso.
Además de versionar los hoteles cápsulas en los aeropuertos, estas cadenas han ensayado con relativo éxito hoteles urbanos. Es el caso de los Yotel, con una sucursal en Manhattan, o del CitizenM, con establecimientos en varias ciudades europeas y americanas. Inspirados en el mismo concepto puede echar un vistazo también al Hi Matic de París o el Hotel Tubo mexicano.
(Por Marta González-Hontoria, publicado en ocholeguas.com)
La "Dama Blanca" participará en diversas actividades durante la semana de Fiestas Patrias en la capital de Magallanes y la Antártica Chilena.
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