29 de septiembre de 2014
Cuando imaginamos un arcoíris, automáticamente nos viene a la cabeza la imagen de un semicírculo formado por los colores rojo (en el exterior), naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta en el interior (tres primarios, tres secundarios y el añil). Para poderlo ver tenemos que tener el sol a nuestra espalda y gotas de agua frente a nosotros (lluvia, cascada, aspersor, etc.). De hecho, el camino que recorre un rayo de luz para provocar este bello fenómeno óptico es un tanto complejo puesto que, cuando incide sobre una gota de lluvia, cambia su dirección hasta tres veces (entra, rebota como en un espejo en su parte posterior y vuelve a salir), refractándose y descomponiéndose en su interior antes de volver en dirección hacia nuestros ojos. En realidad, es circular. No vemos su parte baja porque las gotas de lluvia que reciben la luz solar están sobre la Tierra, así que nos parece que tiene forma de arco pero si lo pudiésemos ver desde mucha altura, lo veríamos como un anillo.
Mucho menos frecuente es el arcoíris doble, donde el principal o primario presenta unos colores más brillantes y el secundario, situado encima de él, es más débil y con los colores invertidos. El color del cielo entre ambos es más oscuro. Existen también los arcoíris gemelos. A diferencia del doble, estos son dos diferentes pero que salen del mismo punto. Por último, existe el arcoíris albino (color blanco), que aparece solo cuando hay niebla. Se trata de un reflejo de la luz del sol que, debido a la composición más pequeña de las gotas de agua en el aire, impide que los colores se separen como en el arcoíris tradicional.
Fotografía: Arcoiris blanco, en la isla canaria de La Palma (Gonzalo Azumendi).
(Por Jove Esteve, publicado en elpais.com)
La Campaña del Juguete 2024 superó las cifras del año pasado gracias al compromiso de todos.
La Campaña del Juguete 2024 superó las cifras del año pasado gracias al compromiso de todos.