19 de marzo de 2016
Tanto en Chile como en el resto del mundo, la inclusión de menores de edad en programas de televisión es cada vez más frecuente. Es habitual verlos como protagonistas de teleseries, programas de talentos, en micro espacios de algunos franjeados, proyectos de telerrealidad y en programas de concursos como Masterchef Junior, pronto a estrenarse en busca del mejor cocinero amateur de corta edad. Especialista de la Universidad del Pacífico comparte su mirada acerca de este fenómeno.
La presencia de niños en programas de televisión es una moda que se extiende a todos los países y que para muchos es la oportunidad para que los padres muestren con chochera los talentos de sus retoños.
Si bien su inclusión no es algo nuevo – basta recordar famosos espacios de los ´80 en Chile como el Clan Infantil de Sábados Gigantes o ¿Cuánto vale el show? Infantil, la exposición que logran los pequeños en la pantalla chica hoy es mucho mayor con las redes sociales y para algunos es abiertamente cuestionable.
Es lo que sucede con espacios como Honey Boo Boo o Princesitas, el polémico programa norteamericano que pone en competencia de belleza a niñitas por categoría desde cortos meses de vida, las que se ven expuestas a bronceados, extensiones, exagerados maquillajes, tacones y vestuario inapropiado para su edad.
El hecho de que niñas y niños participen de programas de televisión es bastante polémico y complejo, ya que se entrecruzan algunas temáticas como son los derechos de los niños y niñas, la legislación laboral y la psicología del desarrollo, entre otros, comenta docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Guila Sosman.
En este sentido, la psicóloga explica que la infancia exige algunos principios mínimos para facilitar un desarrollo integral, como es tener un entorno familiar adecuado, apropiada alimentación, educación y salud, además de un entorno social en el que desenvolverse. Ese desarrollo se puede ver perjudicado si los niños son ubicados en un contexto distinto al habitual para su edad, en el cual se les exija actitudes o comportamientos que superen sus capacidades.
A ello se añade la realidad de que en muchos programas se agrega el factor estrés en los pequeños. Por ejemplo, en los programas de concurso, además de que el niño desarrolle y exhiba una habilidad especial, como puede ser la de cocinar en Master Chef, queda expuesto a la presión de la competencia, además del estrés de tener que responder ante sus padres, pares y productores de televisión, sin dejar de lado que quedan expuestos ante los medios de comunicación. Lo anterior puede ser excesivo para un niño que no posee aún el desarrollo emocional para tolerar tal presión, dado que recién está configurando su identidad y autoestima, que es frágil y puede verse alterada por estos eventos, advierte.
Por otra parte, Guila Sosman hace un alcance respecto a los extensos horarios y exigencias laborales de la televisión, que se suman a otras obligaciones propias de los niños. Ya deben cumplir con los requisitos académicos de sus respectivos colegios y podremos notar que puede ser demasiado para cualquier niño. Por otra parte, actividades esperables de la infancia como es socializar con sus pares, hacer travesuras y jugar, quedan postergadas o anuladas, lo que trae como consecuencia una vivencia de la infancia incompleta y esto se observa fácilmente cuando estos niños se convierten en adultos y dicen ´no tuve niñez´ o ´me faltó disfrutar mi infancia´, indica.
Importante también a considerar es el aspecto que tiene que ver con los derechos de los niños y la eventual remuneración que ellos reciben por su trabajo. El trabajo de los menores de edad no debe configurarse en el sustento familiar y lo recomendable es que este dinero sea guardado hasta que el niño pueda utilizarlo en su mayoría de edad. De lo contrario, para el niño existe una presión más a la cual no está preparado para responder, que sería ser el sustento material de su familia, responsabilidad que sólo le compete a sus padres o cuidadores, precisa la especialista.
Por último, señala que como sociedad y como padres debemos estar atentos a los programas en los que se incluyen menores, ya que existen algunas propuestas televisivas que van en contra de valores y derechos fundamentales. Una muestra de esto es el programa Princesitas, en el cual se adultizan a las niñas que deben arreglarse como mujeres para concursar en un certamen de belleza. Además, este tipo de concursos presenta a las niñas y mujeres como objetos, ya que se les valora esencialmente por su aspecto físico, lo que está a la base de la promoción y perpetuación de la violencia contra las niñas y mujeres alrededor del mundo, sentencia.
Sin embargo, no todo es negativo. Un punto positivo podría ser que el niño puede mostrar, desarrollar y perfeccionar alguna habilidad o destreza por la cual fue seleccionado y esto podría ser provechoso para el propio niño, mientras lo haga por su propio interés y motivación, concluye la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
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