9 de abril de 2009
En los próximos días podría quedar aclarado el misterio del pesquero chileno Polar Mist, hundido en enero de este año en el Estrecho de Magallanes.
Supuestamente el buque transportaba un millonario cargamento de plata y oro sin elaborar.
Un juez federal de Río Gallegos autorizó que cuatro equipos de rescate de la compañía holandesa Mammoet , que recuperaron los restos del submarino nuclear ruso Kursk del fondo del helado Mar de Barents el año 2001, busquen a casi 100 metros bajo el mar al pesquero hundido y comprueben si en sus bodegas está esa carga.
El pasado 16 de enero, el Polar Mist enfrentó una fuerte tormenta y los ocho tripulantes chilenos del navío pidieron ayuda radial, se colocaron sus trajes de buzo de supervivencia y se arrojaron a las aguas heladas. En una riesgosa operación, rescatistas argentinos desde un helicóptero lograron ponerlos a resguardo. Dos días más tarde, un remolcador chileno intentó llevar el barco abandonado a tierra firme, pero éste se hundió imprevistamente a 40 kilómetros de la costa argentina.
Los propietarios de la carga dicen que el pesquero llevaba casi US$ 22 millones en oro no refinado y plata que fueron a parar al fondo del mar, y reclaman a la compañía aseguradora Lloyd’s de Londres que cubra los costos de la operación.
Pero la prensa argentina y expertos marítimos se hacen las siguientes preguntas: si fuera cierto que los metales preciosos estaban a bordo, ¿por qué los tripulantes abandonaron el pesquero cuando habría sido más seguro quedarse a bordo?, ¿por qué dejaron el motor encendido? -lo que hizo que el Polar Mist quedara girando en círculos- y, sobre todo, ¿por qué un pequeño buque pescador construido en 1979 era usado para transportar esa valiosa carga?
«Es todo muy gracioso, muy sospechoso», dijo a Associated Press Carlos Mey, un experto argentino en historia marítima que recuerda que marinos han aprovechado antes el mito que rodea al estrecho -sus fuertes vientos y sus olas tumultuosas- para realizar estafas, librando a sus empresas de barcos no deseados para reclamar luego el dinero de las aseguradoras. «El barco siguió flotando, no estaba en peligro de hundirse», agregó.
Por su parte, Cerro Vanguardia, la mina en la Patagonia argentina de la que se extrajo el metal, reclama US$ 16,5 millones por la carga sumergida y dice que el caso es claro. «No hay nada misterioso aquí», dijo el presidente de la empresa, Jorge Palmes. «Un barco se hundió».
Gustavo María Giugale, el abogado que representa a Lloyd’s en Argentina, explicó que los registros del puerto de Punta Quilla, Argentina -de donde zarpó el Polar Mist- aseveran que la carga estaba a bordo. Su destino era Punta Arenas, desde donde sería enviada por avión a Suiza para su refinación.
El rescate debería tomar una semana si los 9.300 kilos de metal (90% plata y 10% oro) siguen allí. Si no están, dijo Palmes, Lloyd’a tendrá que reembolsar a su empresa. Y se acabará el misterio.
La recién asumida administración municipal de Puerto Natales se encuentra enfrentando una crisis financiera de proporciones alarmantes.
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