28 de febrero de 2024
Volver a la escuela puede generar sentimientos encontrados en los niños y adolescentes. Por un lado, la alegría de reencontrarse con los amigos, y por otro, la incertidumbre de lo desconocido: nuevas exigencias y desafíos, nuevos compañeros y profesores, etc.
La dra. Paula Peralta, especialista en psiquiatría infanto-juvenil de Clínica MEDS, dice que es muy común que los niños y adolescentes tengan una conducta irregular al volver a clases: “Resulta normal que presenten síntomas como ansiedad, irritabilidad, dificultad para separarse de los padres, dolor de cabeza o abdominal, cansancio, alteraciones en el sueño-vigilia, resistencia marcada a ir al colegio”. Comenta que estos cambios conductuales pueden ser normales durante el periodo de adaptación, pero en caso de persistir “es importante estar atentos y poder detectar a tiempo qué les puede generar preocupación”.
La especialista sugiere que los padres mantengan una comunicación activa con sus hijos, los inviten a expresar sus emociones y resaltar el retorno al colegio como algo bueno y divertido. “La participación en el proceso previo al ingreso a clases como hacer un momento entretenido con la compra de útiles escolares, decirles que van a compartir de nuevo con sus compañeros y que van a aprender cosas nuevas puede resultar algo motivante”, dice.
Considera que puede ser de ayuda compartir la propia experiencia del adulto cuando estuvo en el colegio y cómo la superó. “Esto puede servir de modelaje, mostrarle que estos sentimientos no son únicos y que se pueden superar. Siempre mostrar el lado positivo”, aseguró.
Crear y mantener rutinas
Para muchos niños, las vacaciones son sinónimo de dormir libremente: suelen acostarse a altas horas de la noche, levantarse tarde e, incluso, dormir largas siestas. Con este cambio en los hábitos del sueño se observa un desajuste en el reloj biológico, que coordina los ritmos circadianos del ciclo sueño-vigilia, la temperatura y síntesis hormonal.
Como consecuencia, es posible que con el retorno a clases y la no restauración de los hábitos del sueño se pueda padecer el Síndrome de Fase Retrasada que, según explica la dra. Francisca López, neuróloga infantil de Clínica MEDS, “se instala cuando las personas comienzan a acostarse más tarde, lo que los lleva a levantarse aún más tarde, hasta que se invierte el ciclo del sueño”. Por ello, es probable que al retornar al colegio los niños presenten “faltas de concentración y memoria, mayor fatigabilidad física y mental, cambios de humor, menor resistencia al estrés cotidiano y mayor vulnerabilidad del sistema inmune”.
En este particular, la especialista puntualiza que para restablecer el horario del sueño el cambio debe ser gradual. “No basta con un día levantarlos más temprano o mandarlos a dormir antes, se debe empezar de 10 días a dos semanas antes para ser exactos. Si no se tiene tanto tiempo se debe empezar tan pronto como se pueda”, dice. Destaca que, para recuperar esta rutina del sueño, es importante que antes de dormir no se realicen comidas pesadas ni ricas en azúcares, ya que “pueden resultar estimulantes” y retrasar la hora de ir a dormir.
La alimentación también cuenta
La alimentación es otro pilar que se ve afectado durante las vacaciones: el desayuno tiende a hacerse más tarde, al igual que el resto de las comidas. Además, se incrementa la ingesta de alimentos azucarados, menos ricos en fibra y proteínas, pero preferidos por los más chicos.
En este particular, la doctora Ximena Raimann, nutrióloga infanto-juvenil de Clínica MEDS, señala que durante las vacaciones “no vamos a ser tan estrictos como en el colegio”, por lo que un dulce de vez en cuando no hace daño. Sin embargo, para un exitoso retorno a clases es necesario que la alimentación vaya ajustándose a medida que se acerca la fecha de volver al colegio. “Es importante que cuando los niños vuelvan a clases, el cambio para ellos no sea tan drástico en las rutinas de alimentación, de sueño y de actividad física”, afirma.
Entonces, la clave para un regreso a clases exitoso es que las rutinas vayan recuperándose de manera gradual, todo debe ser progresivo. Y por supuesto, la comunicación siempre resultará fundamental para el bienestar de los niños y adolescentes. “Debemos prepararlos desde un poco antes, reordenar los hábitos y retomar las rutinas unos días antes del inicio de clases”, señala Raimann.
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