23 de diciembre de 2023
Al inicio de cada nuevo año, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial por la Paz, con clara conciencia de que la paz es uno de los anhelos más hondos que Dios ha puesto en el corazón humano. Todos los seres humanos queremos vivir en paz; en paz, con nosotros mismos, en paz con los demás, en paz con toda la creación y en paz con Dios.
En el mundo que vivimos, esta paz parece un bien escaso, no sólo para los pueblos que viven el flagelo absurdo de las guerras, sino para todos los que viven bajo amenaza de cualquier forma de violencia: la violencia que acontece en las familias o en el ambiente laboral, la violencia de las injusticias, la violencia delictual, la violencia de los atentados contra el medio ambiente del cual formamos parte.
Por eso, iniciamos cada año renovando este anhelo de todos los seres humanos: vivir en paz para desarrollar lo mejor de nosotros mismos, lo mejor de cada persona y de cada comunidad humana. Estamos ciertos que en un mundo donde, a veces, sólo parece haber amenazas, la paz siempre es buena noticia. Eso es lo que celebramos en Navidad: Dios mismo se hace uno de nosotros y nos ofrece la paz de Dios para que la hagamos presente en toda la vida de la comunidad humana.
Acogiendo el don de la paz de Dios, cada año nuestra Iglesia en Magallanes quiere, también, reconocer a personas o instituciones que son constructores de paz en la vida de nuestra comunidad regional. Este año lo hacemos pensando en que acabamos de conmemorar los cincuenta años del golpe de estado de 1973, el cual significó una larga ruptura de nuestra convivencia democrática, junto con una serie de dolorosas violaciones a los derechos humanos en nuestro país y otras consecuencias sociales, políticas y culturales.
En nuestra carta “Memoria y Futuro. Construir el futuro con un renovado compromiso por los Derechos Humanos” (10 de agosto de 2023) decíamos: “Hacer memoria de los acontecimientos vividos en 1973 es asumir que hoy más que nunca tenemos la oportunidad de caminar para ser un pueblo que se reconoce en su historia y quiere seguir construyendo una historia en común que nos humanice y nos hermane. Es una exigencia de nuestra responsabilidad de ciudadanos para ir haciendo un país que, con lucidez e ilusión, construye su presente y su futuro”.
Al hacer memoria, aparecen los rostros de muchas personas que sufrieron -en modos diversos- esas violaciones a sus Derechos Humanos, pero también aparecen los rostros de muchas personas que fueron constructores de paz, trabajando en la defensa de los Derechos Humanos, asumiendo los riesgos y las consecuencias de ese compromiso.
Así, hemos querido distinguir con el Premio por la Paz 2024 a tres personas que representan a muchas otras que durante esos años trabajaron por la paz y se comprometieron en la defensa de la dignidad de las personas.
Distinguimos con el Premio por la Paz 2024 a la señora Paulina Echeverría Suroff, asistente social, quien fue la Delegada Episcopal para la Pastoral de Derechos Humanos del Obispado de Punta Arenas, y fue quien condujo las tareas y servicios de la Iglesia en este ámbito.
También, al señor Clemente Gálvez Rivera, antiguo dirigente sindical de los trabajadores del petróleo y presidente de la CUT Magallanes, que en esos años fue una de las voces que se levantaron en defensa de los derechos de los trabajadores, sufriendo también las consecuencias de la represión.
También, al señor Baldovino Gómez Alba, profesor, quien fue prisionero político en Isla Dawson y otros centros de detención en la región, y que -luego- en sus tareas de servicio público ha sido un actor significativo en la reconstrucción de la vida democrática en la región, así como en el rescate y conservación de la memoria para que nunca más se verifiquen estas situaciones que atentan contra la paz.
A ellos les agradecemos su testimonio y compromiso de constructores de paz en las situaciones que vivieron y en las tareas que desarrollaron, y nos sentimos honrados de reconocerlos con el Premio por la Paz 2024.
Como Iglesia en Magallanes queremos animar a toda la comunidad regional a ser constructores de paz en las circunstancias propias de la vida de cada persona, pues la paz -en todos sus aspectos y dimensiones- es tarea de todos, y recordando la promesa del Señor Jesús: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”.
Foto ITV Patagonia
En la foto: Clemente Gálvez, Baldovino Gómez, obispo Oscar Blanco, Paula hija de Paulina Echeverría (quien se encuentra enferma)
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